Mira, Mike: el otro día me vi en la necesidad de usar uno de esos transportes públicos, y créeme que en lo que sacaba mi boleto de la máquina, sentí por lo menos unos seis rozones en el trasero. Pudieron haber sido lo mismo producidos por hombres que por mujeres; pudieron ser intencionales o no; pudieron haber causado excitación o no...
Yo no puedo estar en la mente de otras personas. Si acepto viajar en un tumulto, no he de quejarme de que me rocen, y punto. Es como si uso tanga en la playa, para broncearme: no puedo saber lo que piense la demás gente, ni me interesa. Yo voy a lo mío y punto.