CONT...
Edward aparecía en sus palabras cuando ella menos se lo esperaba. En el súper: Un kilo de Edward (azúcar), una bolsa de Edward (papas), una penca de Edward (plátanos).
Todo el tiempo constantemente, una tras otra, constantemente: Edward… Edward… Edward…y suspiraba hasta dormirse después de ver que el parque estaba vacío de perros con ganas de caricias bajo los faroles solitarios.
Pero un día en el centro comercial… Natz había comprado manzanas, leche, una coca Light de litro, un pan… (+ unas chokis con extra chocolate secretas).
Casi no había pensado en Edward. ¡Casi no!
Y de repente él apareció con unos amigos; las piernas anchas, riéndose, guapo y rebosante de músculos. Los ojos oscuros y profundos como siempre.
Natz se sentía tan espantada, sorprendida y contenta e infeliz y feliz a la vez, que soltó su bolsa. Los niños se reían y Edward se reía más que todos. Natz solo escuchaba la risa de Edward. No conocía a los otros.
Luego uno dijo: ¡Miren! ¡Miren a esa torpe!
Luego dijo otro: ¡Hoy esta de oferta el cabello rojo!
Luego dijo un tercero:¡Nunca antes había visto a alguien con quemaduras de sol tan disparejas!
Luego dijo otro: ¡Miren sus pompas, parece que trae pañal!
Luego dijo Edward lo más terrible, lo mas desesperante y desgraciado que un EDWARD podría decir: “Si me ha seguido todo el verano, como si a mi me importara alguien tan fea”.
Natz oyó cada palabra aunque le zumbaban los oídos. Natz se empapó de sudor y se puso fría, roja y blanca, todo a la vez. La habían descubierto. Edward lo supo todo el tiempo; él había aparentado no saber nada. ¿Qué era lo que realmente estaba diciendo?
Ella no quería llorar, NO quería, no quería mostrarle a esa bola de pelos, ése falso y petulante que ella estaba molesta por él. Pero tenía que llorar. Entonces en ése mismo momento, pasó algo sorprendente, maravilloso, muy asombroso e inesperado: Un relámpago, un proyectil o un MILAGRO la rebasó volando y se detuvo frente a Edward.
¿Qué dijiste? Le grito Sergio. Están hablando de Natz. La más guapa, simpática, la mejor…
Y le pegó a Edward en el estómago, claro que eso era como pegarle de lleno a un roca.
Sergio se lastimó y Edward rió. Luego Edward lo golpeó y lo tiró al piso. Los amigos se rieron y se fueron. En ése momento fue como si Natz se despertara. De repente entendió lo de las nomeolvides, los corazones y las cartas.
Sergio estaba tirado pálido con los ojos cerrados, sangrando por la nariz.
Pero Natz solo veía a Edward. Rugió como animal salvaje, gruñó como gorila y corrió tras Edward. Los amigos se detuvieron al escuchar esos sonidos raros. Se voltearon. Edward estaba en medio del grupo. Natz vio que se sorprendió, que dio un paso atrás, antes de detenerse de nuevo, que levantó sus brazos antes de cerrar sus puños y prepararse para pelear. En ése mismo momento Natz levantó sus brazos, golpeó como un huracán los hombros de Edward (él se tambaleó) lo embistió en el estómago, de modo que jadeó y cayó boca arriba.
¡Aquí tienes por las tontas cartas de amor, los corazones y las flores que nunca me diste!, - gritó Natz - ¡no te atrevas a mirarme otra vez! Los otros estaban completamente espantados y no hicieron nada – Edward estaba doblado en el piso - , no podían creer que era su amigo el mismo que se quejaba tanto desde el suelo.
Natz regresó con el que le había defendido. Sergio boca arriba parpadeaba y seguía sangrando. Natz se sentó y lo miró a los ojos (eran como nomeolvides) y lo vio acostado en un charco de sangre (descubrió que su nariz era como una papita gorda y pequeña, y sonrió de ternura).
Miró toda su cara (era como una luna llena en el cielo oscuro), miró su pelo lacio y rubio (tenía el mismo color que el reflejo de la luna en el lago del parque).
Miró su cuerpo (y era como una almohada cómoda y grande o un edredón pequeño y suave).
Nadie antes había hecho algo así por mí - dijo Natz.
Nadie antes había hecho algo así por mí tampoco - dijo Sergio y cerró los ojos por el dolor.
Ella tomó su mano con cuidado. Él no se apartó.
Alguna vez todos nos sentimos así, como perros con ganas de caricias, pero las buscamos donde no están, hasta que sucede un MILAGRO, y sabemos entonces que siempre hay un roto para un descocido y alguien nos observa desde arriba… =)
Iniciado por CIKITRAKE
