Página 73 de 88 PrimeroPrimero ... 2363717273747583 ... ÚltimoÚltimo
Mostrando resultados del 721 al 730 de 873

Tema: MANANTIAL DE AMOR (Oración y meditación para católicos)

  1. #721
    Fecha de Ingreso
    28-junio-2010
    Mensajes
    645

    Predeterminado



    Sábado, día dedicado la Santísima Virgen. Recemos el cuarto misterio del Rosario. Misterios Luminosos. (Del minuto 16:38 del vídeo al 21:15). ¡Cinco minutos solamente! ¿Podremos hacerle este regalo a Nuestra Madre del Cielo, por los muchos que ella nos hace al día? Y a cambio nos dará paz, esperanza y múltiples gracias que no conocemos.





    Inmaculado Corazón de María, ¡sed mi salvación, Madre Mía!

  2. #722
    Fecha de Ingreso
    28-junio-2010
    Mensajes
    645

    Predeterminado



    "Es un pastor humilde pero bravo en la palabra... Vienen aires nuevos para la Iglesia, nuevos en el ardor, en el fervor, en la expresión... Este es un hombre de la Nueva Evangelización", dice un sacerdote amigo del Papa Francisco

    El Padre Miguel Alderete Garrido es un sacerdote argentino de Tucumán que se quedó asombrado al ver por el balcón de San Pedro del Vaticano a su viejo amigo el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, como el nuevo Papa Francisco I. "Es un pastor fuerte, firme, de fe y humilde. Pero bravo en la palabra. Es un profeta de denunciar y anunciar el Evangelio, ...y un hombre que quiere reconstruir la Iglesia como San Francisco de Asís." A nivel personal explica que "es un gauchito argentino", "una persona muy cercana".

    "Yo sé que él toma este nombre para restaurar la Iglesia, y esto es lo bueno. Entendiendo su humildad y conociéndolo como es, lo que está queriendo decir es restauremos la Iglesia de Jesucristo, y la Nueva Evangelización", agregó. "Hoy habló la providencia, la gracia de Dios. Vienen aires nuevos para la Iglesia, nuevos en el ardor, en el fervor y en la expresión. Este es un hombre de la Nueva Evangelización", concluyó.




    El Papa pide a los cardenales que lo eligieron llevar una vida 'irreprochable'





    La 'supervictoria' de Bergoglio
    Se produjo incluso una aclamación entre las paredes de la Capilla Sixtina. Antes incluso del recuento de las papeletas.
    En efecto, superada la cifra mágica de 77, sus eminencias prorrumpieron en una gran ovación, pero fueron llamados al orden porque el proceso no había terminado. Superaría los 90 votos.






    El Papa Francisco visita sorpresivamente a un cardenal que sufrió infarto
    El Papa Francisco visitó la tarde de hoy a su amigo el Cardenal argentino Jorge María Mejía, de 90 años de edad, que fue internado en la Clínica hospitalaria Pío XI de Roma tras sufrir un infarto. El Papa Francisco llegó por sorpresa y charló con su amigo y los otros tres enfermos que se encontraban en la misma sala del centro de salud.

    Bendijo también a todos los enfermos y el personal sanitario, a quienes agradeció su "bonita labor en favor de estas personas". Posteriormente el Santo Padre visitó la capilla y oró junto a las 13 religiosas españolas del Instituto de las Religiosas de San José de Gerona, quienes gestionan el hospital y a quienes saludó personalmente una por una. Una de las religiosas que oró junto al Papa, explicó que fue "una sorpresa y una gran emoción que no esperábamos para nada. Una impresión de gran pastor, de mucha sencillez, muy acogedor y muy llano". La religiosa, natural de Burgos, señaló que han acompañado el rezo del Papa Francisco con el canto en lengua española del "Pescador de hombres", y "luego abandonó la capilla con una gran sonrisa", refirió. Finalmente, el Papa ha dejado el edificio entre una gran ovación, llena de vivas y aplausos. "Rezad por mi nuevo servicio a la Iglesia", fueron sus últimas palabras.
    Inmaculado Corazón de María, ¡sed mi salvación, Madre Mía!

  3. #723
    Fecha de Ingreso
    28-junio-2010
    Mensajes
    645

    Predeterminado




    "¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!". PALABRAS DEL PAPA FRANSCICO A LOS PERIODISTAS, donde explica la clave para entender la Iglesia, la necesidad de poner a Cristo en el centro, cómo improvisó su nombre Francisco en el último momento, y algunas bromas de los cardenales.

    Al comienzo de mi ministerio en la Sede de Pedro, me alegra encontrarme con vosotros, que habéis trabajado aquí en Roma en este momento tan intenso, que comenzó con el anuncio sorprendente de mi venerado predecesor, Benedicto XVI, el pasado 11 de febrero. Os saludo cordialmente a todos vosotros.


    El papel de los medios de comunicación ha ido creciendo cada vez más en los últimos tiempos, hasta el punto de que se hecho imprescindible para relatar al mundo los acontecimientos de la historia contemporánea.


    Expreso, pues, un agradecimiento especial a vosotros por vuestro competente servicio durante los días pasados – habéis trabajado ¡eh!, habéis trabajado – en los que el mundo católico, y no sólo el católico, ha puesto sus ojos en la Ciudad Eterna, y particularmente en este territorio cuyo «centro de gravedad» es la tumba de San Pedro.


    En estas semanas, habéis tenido ocasión de hablar de la Santa Sede, de la Iglesia, de sus ritos y tradiciones, de su fe y, sobre todo, del papel del Papa y de su ministerio.


    Doy gracias de corazón especialmente a quienes han sabido observar y presentar estos acontecimientos de la historia de la Iglesia, teniendo en cuenta la justa perspectiva desde la que han de ser leídos, la de la fe. Los acontecimientos de la historia requieren casi siempre una lectura compleja, que a veces puede incluir también la dimensión de la fe.


    Los acontecimientos eclesiales no son ciertamente más complejos de los políticos o económicos. Pero tienen una característica de fondo peculiar: responden a una lógica que no es principalmente la de las categorías, por así decirlo, mundanas; y precisamente por eso, no son fáciles de interpretar y comunicar a un público amplio y diversificado.


    En efecto, aunque es ciertamente una institución también humana, histórica, con todo lo que ello comporta, la Iglesia no es de naturaleza política, sino esencialmente espiritual: es el Pueblo de Dios. El santo Pueblo de Dios que camina hacia el encuentro con Jesucristo. Únicamente desde esta perspectiva se puede dar plenamente razón de lo que hace la Iglesia Católica.






    Cristo es el Pastor de la Iglesia, pero su presencia en la historia pasa a través de la libertad de los hombres: uno de ellos es elegido para servir como su Vicario, Sucesor del apóstol Pedro; pero Cristo es el centro, no el Sucesor de Pedro: Cristo. Cristo es el centro.


    Cristo es la referencia fundamental, el corazón de la Iglesia. Sin él, ni Pedro ni la Iglesia existirían ni tendrían razón de ser. Como ha repetido tantas veces Benedicto XVI, Cristo está presente y guía a su Iglesia.



    En todo lo acaecido, el protagonista, en última instancia, es el Espíritu Santo. Él ha inspirado la decisión de Benedicto XVI por el bien de la Iglesia. Él ha orientado en la oración y la elección a los cardenales.


    Es importante, queridos amigos, tener debidamente en cuenta este horizonte interpretativo, esta hermenéutica, para enfocar el corazón de los acontecimientos de estos días.


    De aquí nace ante todo un renovado y sincero agradecimiento por los esfuerzos de estos días especialmente fatigosos, pero también una invitación a tratar de conocer cada vez mejor la verdadera naturaleza de la Iglesia, y también su caminar por el mundo, con sus virtudes y sus pecados, y conocer las motivaciones espirituales que la guían, y que son las más auténticas para comprenderla.


    Tened la seguridad de que la Iglesia, por su parte, dedica una gran atención a vuestro precioso cometido; tenéis la capacidad de recoger y expresar las expectativas y exigencias de nuestro tiempo, de ofrecer los elementos para una lectura de la realidad.


    Vuestro trabajo requiere estudio, sensibilidad y experiencia, como en tantas otras profesiones, pero implica una atención especial respecto a la verdad, la bondad y la belleza; y esto nos hace particularmente cercanos, porque la Iglesia existe precisamente para comunicar esto: la Verdad, la Bondad y la Belleza «en persona»


    Debería quedar muy claro que todos estamos llamados, no a mostrarnos a nosotros mismos, sino a comunicar esta tríada existencial que conforman la verdad, la bondad y la belleza.
    .


    Algunos no sabían por qué el Obispo de Roma ha querido llamarse Francisco. Algunos pensaban en Francisco Javier, en Francisco de Sales, también en Francisco de Asís.


    Les contaré la historia. Durante las elecciones, tenía al lado al arzobispo emérito de San Pablo, y también prefecto emérito de la Congregación para el clero, el cardenal Claudio Hummes: un gran amigo, un gran amigo. Cuando la cosa se ponía un poco peligrosa, él me confortaba.


    Y cuando los votos subieron a los dos tercios, hubo el acostumbrado aplauso, porque había sido elegido. Y él me abrazó, me besó, y me dijo: «No te olvides de los pobres». Y esta palabra ha entrado aquí: los pobres, los pobres. De inmediato, en relación con los pobres, he pensado en Francisco de Asís.


    Después he pensado en las guerras, mientras proseguía el escrutinio hasta terminar todos los votos. Y Francisco es el hombre de la paz. Y así, el nombre ha entrado en mi corazón: Francisco de Asís.


    Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación; en este momento, también nosotros mantenemos con la creación una relación no tan buena, ¿no? Es el hombre que nos da este espíritu de paz, el hombre pobre... ¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!


    Después, algunos hicieron diversos chistes: «Pero tú deberías llamarte Adriano, porque Adriano VI fue el reformador, y hace falta reformar...». Y otro me decía: «No, no, tu nombre debería ser Clemente». «Y ¿por qué?». «Clemente XV: así te vengas de Clemente XIV, que suprimió la Compañía de Jesús». Son bromas.


    Os quiero mucho. Os doy las gracias por todo lo que habéis hecho. Y pienso en vuestro trabajo: os deseo que trabajéis con serenidad y con fruto, y que conozcáis cada vez mejor el Evangelio de Jesucristo y la realidad de la Iglesia.


    Os encomiendo a la intercesión de la Santísima Virgen María, Estrella de la Evangelización, a la vez que os expreso los mejores deseos para vosotros y vuestras familias, a cada una de vuestras familias, e imparto de corazón a todos mi Bendición.


    (Palabras en español)


    Les dije que les daba de corazón la bendición. Como muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia católica, otros no son creyentes, de corazón doy esta bendición en silencio a cada uno de ustedes, respetando la conciencia de cada uno, pero sabiendo que cada uno de ustedes es hijo de Dios. Que Dios los bendiga.



    Inmaculado Corazón de María, ¡sed mi salvación, Madre Mía!

  4. #724
    Fecha de Ingreso
    28-junio-2010
    Mensajes
    645

    Predeterminado




    Evangelio del domingo 17 de Marzo, según San Juan.

    Jesús fue al monte de los Olivos.
    Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles.
    Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos,
    dijeron a Jesús: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
    Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?".
    Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo.
    Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo.
    Como insistían, se enderezó y les dijo: "El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra".
    E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo.
    Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí,
    e incorporándose, le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?".
    Ella le respondió: "Nadie, Señor". "Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante".







    Comentario:

    Una vez más, los letrados y fariseos le han tendido una trampa a Jesús. El mismo había dicho: “No creáis que haya venido a abolir la ley”. Por lo tanto, según la ley, debe condenar a la mujer sorprendida en adulterio. Pero si la condena, perderá su fama de “misericordioso” y de “amigo de los pecadores” que se ha ganado entre el pueblo.

    Pero si la deja libre, demostrará que pisotea la ley, y le podrán tachar de hereje. Jesús - aparentemente - no se interesa por la trampa que le han preparado con tanta perfidia: “Inclinándose escribía con el dedo en el suelo”. Pero ellos insisten. Quieren conseguir la sentencia a todo precio.

    Entonces Jesús se incorpora y les dice: Adelante, condenadla, lapidadla según la ley. Pero que aquel “que esté sin pecado, le tire la primera piedra”.

    Sucede como si hubiera levantado de repente la tapa de una cloaca: un hedor horrible. Y cada uno tiene que hacer las cuentas con aquel hedor, con la podredumbre de sus propios pecados, incluso de los más ocultos. Y le obliga a dejar caer al suelo la piedra que ya ha tomado en sus manos y que ahora le pesa como el plomo.

    Y entonces “empiezan a retirarse uno a uno, empezando por los más viejos, hasta el último”. La trampa esta vez ha sido para ellos mismos. Y así el tribunal se vacía. Se queda solo Jesús, el inocente, el único que tiene derecho de tirarle la piedra.

    Y le dice: “Tampoco yo lo condeno”. No te condeno porque yo, dentro de poco, seré condenado en tu lugar. Yo pagaré por tu pecado. Parece que la inocencia conoce una sola justicia: la de sufrir por los culpables.

    Y agrega Jesús: “Anda, y en adelante no peques más”. Ya no pecará más. ¿Cómo va a tener ganas de pecar en adelante? Se siente curada para siempre por aquella mirada que la ha salvado de todos. Perseguida, invadida por el recuerdo de una bondad, de un afecto tan tierno: ya no tendrá necesidad de llenar su pobre vida de pecados. Su corazón está lleno para siempre, de gratitud, de amor, de alegría.

    Este episodio debería ser suficiente para quitar de la boca de un cristiano toda palabra de condenación ante un hermano, y para desvirtuar todo gesto de castigo.

    Pero no es así. El episodio no ha logrado hacer desaparecer uno de los oficios más antiguos del mundo: la confesión de los pecados ajenos. Más que oficio es, tal vez, un juego de sociedad, incluso de una sociedad considerada cristiana. ¿Quién de nosotros no ha tomado parte en él alguna vez en su vida?

    La única diferencia con los letrados y fariseos del Evangelio es que somos menos violentos en la ejecución. Hemos sustituido las piedras por el fango. Las piedras hacen daño. El fango no hace daño. Pero ensucia, mancha, salpica.

    Para condenar a los demás, para acusarlos y calumniarlos, es necesario ser ciego: “¿Cómo es que miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que está en tu ojo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la paja del ojo de tu hermano”. (Mt 7, 3-5)

    Para condenar a los demás, es necesario sufrir una irremediable amnesia: olvidarse de lo que es la realidad más indiscutible: todos somos pecadores.

    Y lo peor de todo: con nuestros juicios, nuestras acusaciones estamos preparando nuestra propia condenación. El Evangelio no deja ninguna duda al respecto: “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida que midáis seréis medidos”. (Mt 7,1 s.)

    Mis juicios, mis sentencias de condenación son un material que Dios lo conserva celosamente, que lo tiene todo registrado. Algún día me lo hará escuchar. Y entonces el condenado seré yo. Y me lo he buscado. Lo he sabido desde siempre, desde que escuché el Evangelio de hoy, el de la mujer adúltera.

    Inmaculado Corazón de María, ¡sed mi salvación, Madre Mía!

  5. #725
    Fecha de Ingreso
    28-junio-2010
    Mensajes
    645

    Predeterminado




    "HERMANO PAPA. (ESPELUZNANTE)"
    (Artículo de Rubén Amón, periodista de El Mundo y la Sexta)



    Entiendo mejor ahora al cardenal Amigo cuando aludía en la plaza de San Pedro al esfuerzo que hubo de hacer para contener las lágrimas en la Capilla Sixtina.

    Se refería al trance en que Jorge Mario Bergoglio decidió adoptar el nombre de Francesco. Hubiera llorado Amigo, que es franciscano. No lo hizo por el sentido del pudor o de la vergüenza.

    Entiendo mejor ahora al cardenal Amigo. Reconozco haber hecho un esfuerzo para contener unas lágrimas delante de mis colegas en la audiencia de esta mañana. Y no soy franciscano, ni cardenal. Ni me sugestionaba el "Juicio final" de Miguel Ángel. Ni tengo fe en Dios.

    Sí tengo fe en Francisco, incluso comprendo al cardenal canadiense Thomas Christopher Collins cuando atribuía la elección de Bergoglio a la santidad. Me parecía una abstracción, una obviedad, pero la "homilía" de esta mañana me ha sacudido las entrañas.

    Me ha conmovido escuchar al Papa cuando se desentendía del discurso escrito. Y cuando evocaba el momento en que el cardenal brasileño Hummes le susurraba al oído que se acordara de los pobres. Resolvió entonces llamarse Francisco, de forma que el abrazo a un periodista invidente que subía al escenerio del aula Pablo VI con la tozudez del perro que lo guiaba simbolizaba la fraternidad franciscana hacia las critaturas de Dios.

    El hermano perro, el hermano creyente, el hermano sol, la hermana gaviota que custodiaba la chimenea, la hermana lluvia, el hermano descreído, el católico y el no católico, el hermano hermano, como diría Walt Whitman.

    Trascendía así el espeluznante respeto que comportaba la despedida de la ceremonia. Nos dijo Francisco que nos bendecía. Pero que nos bendecía en silencio, para respetar al agnóstico y al ateo. Y al protestante y al musulmán. Y al laico y al nihilista, aun "consciente de que todos somos hijos de Dios". Así es que el Papa rezó cabizbajo y hacia dentro.

    Hacia fuera había demostrado un inteligente sentido del humor -no se puede tomar en serio a la gente que no sabe reírse- y había cuestionado los rigores del protocolo. Siempre que pudo se deshizo de los papeles.

    Y cuando leía se equivocaba o abusaba del acento porteño, ejemplos ambos de su "falibilidad" y hasta demostrativos del titular que hace unos días publicaba un diario gratuito colombiano en el contexto de la proclamación papal: 'Argentino pero modesto'.

    Modesto, espontáneo y cálido. Tan cálido y entrañable que las personalidades y subalternos premiados con el privilegio del besamanos se atrevían a abrazarlo. O era el Papa quien lo hacía, malogrando la distancia del rey y los súbditos, incluso a riesgo de indignar a los liturgistas y de inquietar a los funcionarios curiales que interpretan al hermano Papa como una amenaza.

    Me decía un taxista romano que este Pontífice no iba a durar mucho. Dejaba en el aire los detalles o los sugería con una inquietante gestualidad al estilo de Alberto Sordi. "Una Iglesia pobre para los pobres". He aquí el mensaje y la revolución. Y el gran titular de la audiencia, ya que periodistas éramos -y familiares y amigos- los que esta mañana hemos identificado esta mañana en Roma el milagro de la comunicación.
    Inmaculado Corazón de María, ¡sed mi salvación, Madre Mía!

  6. #726
    Fecha de Ingreso
    28-junio-2010
    Mensajes
    645

    Predeterminado



    Primer Ángelus del Papa Francisco. DIOS JAMÁS SE CANSA DE PERDONARNOS, JAMÁS. EN TODO CASO SOMOS NOSOTROS LOS QUE NOS CANSAMOS DE PEDIR PERDÓN.

    Hermanos y hermanas, ¡Buenos días!,

    Después del primer encuentro del pasado miércoles, hoy puedo de nuevo dirigirles mi saludo a todos ustedes. Y soy feliz de hacerlo el domingo, en el día del Señor. Esto es hermoso e importante para nosotros cristianos, encontrarnos el domingo: saludarnos, hablarnos como ahora aquí en la plaza. Una plaza que gracias a los medios de información tiene la dimensión del mundo.


    Este quinto domingo de Cuaresma, el Evangelio presenta el episodio de la mujer adúltera que Jesús salva de la condena a muerte. Sorprende la postura de Jesús. No oímos palabras de desprecio, ni oímos palabras de condena, solo palabras de amor, de misericordia, que invitan a la conversión.

    “Tampoco yo te condeno. Ve, y de ahora en adelante, no peques más”.



    "Pues bien, hermanos y hermanas, el rostro de Dios es el de un Padre misericordioso, que siempre tiene paciencia. ¿Han pensado ustedes en la paciencia de Dios, la paciencia que tiene con cada uno de nosotros? Esa, es pues su misericordia. Siempre tiene paciencia: tiene paciencia con nosotros, nos comprende, nos espera, nunca se cansa de perdonarnos si sabemos volver a Él con un corazón contrito.


    "Grande es la misericordia del Señor", dice el salmo. En estos días, he podido leer un libro de un cardenal -el Cardenal Kasper, un teólogo inteligente, ¿eh?, un buen teólogo- sobre la misericordia. Y me ha hecho mucho bien, este libro, pero no crean que hago publicidad de los libros de mis cardenales, ¿eh? No, no es así! Pero debo decir que me ha hecho mucho bien...


    El cardenal Kasper dice que sentir la misericordia, escuchar esta palabra hace cambiar todo. Es los mejor que nosotros podemos sentir: cambia el mundo. Un poco de misericordia hace que el mundo sea menos frío y más justo. Tenemos necesidad de entender bien esta misericordia de Dios, este Padre misericordioso, que tiene tanta paciencia...Recordemos al profeta Isaías, que dice que aunque nuestros pecados fueran de color rojo escarlata, el amor de Dios los haría de color blanco como la nieve. ¡Es hermoso, eso de la misericordia!





    Recuerdo, que cuando apenas fui nombrado obispo, en 1992, llegó a Buenos Aires Nuestra Señora de Fátima y se hizo una gran misa para los enfermos. Yo fui a confesar durante la Misa. Y casi al final de la misa me levanté porque tenía que administrar una confirmación. Vino hacia mí una mujer anciana, humilde, de más de 80 años. La miré y le dije: "Abuela - porque nosotros decimos así a las personas mayores: Abuela – usted quiere confesarse?". "Sí", dijo. "Pero si usted no ha pecado...". Y ella me dijo: "Todos tenemos pecados...". "Pero tal vez el Señor no los perdonará...". "El Señor perdona todo", me dijo, segura. "¿Y usted cómo lo sabe, señora?". "Si el Señor no perdonara todo, el mundo no existiría." Sentí ganas de preguntarle: "Dígame, señora, ¿usted estudió en la Gregoriana?", porque esa es la sabiduría del Espíritu Santo: la sabiduría interior a la misericordia de Dios. No debemos olvidar esta palabra: ¡Dios nunca se cansa de perdonarnos, nunca!


    Padre, “¿cuál es el problema?". Bueno, el problema es que nos cansamos, no queremos, nos cansamos de pedir perdón. Él nunca se cansa de perdonar, pero nosotros a veces nos cansamos de pedir perdón. No nos cansemos nunca, no nos cansemos nunca! Él es un Padre amoroso que perdona siempre, que tiene un corazón de misericordia para todos nosotros. Y también nosotros aprendamos a ser misericordiosos con todos.
    Invoquemos la intercesión de la Virgen que ha tenido entre sus brazos la Misericordia de Dios hecha hombre.


    Dirijo un cordial saludo a todos los peregrinos: gracias por su acogida y por sus oraciones. Les pido que recen por mí. Renuevo mi abrazo a los fieles de Roma y lo extiendo a todos ustedes, y lo extiendo a todos ustedes que han venido de varias partes de Italia y del mundo, así como todos aquellos que se unen a nosotros a través de los medios de comunicación. Elegí el nombre del santo patrono de Italia, San Francisco de Asís, y esto refuerza mi conexión espiritual con esta tierra, donde - como ustedes saben - tiene el origen mi familia. Pero Jesús nos ha llamado a ser parte de una nueva familia: su iglesia, en esta familia de Dios, para caminar juntos por el camino del Evangelio. Que el Señor los bendiga, la Virgen les proteja. No olviden de esto: el Señor no se cansa de perdonar! Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón. ¡Buen domingo y un buen almuerzo!

    Inmaculado Corazón de María, ¡sed mi salvación, Madre Mía!

  7. #727
    Fecha de Ingreso
    28-junio-2010
    Mensajes
    645

    Predeterminado




    19 de Marzo, San José. No es un santo más, es el santo de los santos, el más grande de todos -aparte por supuesto del Señor y de la Santísima Virgen María-. Pidamos gracias a San José. Nada mejor para pedir algo al Señor que pedírselo a través de su Madre, la Santísima Virgen, y nada mejor para pedir algo a través de María, que pedírselo a su castísimo esposo San José. No desaprovechemos esta devoción de devociones, el camino más rápido y eficaz para llegar a Jesús por medio de María.
    Ruega por nosotros, Padre San José. Tú que eres obrero humildísimo y amantísimo, ruega porque tengamos trabajo en España y en todos los países en crisis económica.




    LETANÍAS DE SAN JOSÉ:


    Señor, ten misericordia de nosotros
    Cristo, ten misericordia de nosotros.
    Señor, ten misericordia de nosotros.
    Cristo óyenos.
    Cristo escúchanos.
    Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
    Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
    Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
    Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.
    Santa María, ruega por nosotros.
    San José, ruega por nosotros.
    Ilustre descendiente de David, ruega por nosotros.
    Luz de los Patriarcas, ruega por nosotros.
    Esposo de la Madre de Dios, ruega por nosotros.
    Casto guardián de la Virgen, ruega por nosotros.
    Padre nutricio del Hijo de Dios, ruega por nosotros.
    Celoso defensor de Cristo, ruega por nosotros.
    Jefe de la Sagrada Familia, ruega por nosotros.
    José, justísimo, ruega por nosotros.
    José, castísimo, ruega por nosotros.
    José, prudentísimo, ruega por nosotros.
    José, valentísimo, ruega por nosotros.
    José, fidelísimo, ruega por nosotros.
    Espejo de paciencia, ruega por nosotros.
    Amante de la pobreza, ruega por nosotros.
    Modelo de trabajadores, ruega por nosotros.
    Gloria de la vida doméstica, ruega por nosotros.
    Custodio de Vírgenes, ruega por nosotros.
    Sostén de las familias, ruega por nosotros.
    Consuelo de los desgraciados, ruega por nosotros.
    Esperanza de los enfermos, ruega por nosotros.
    Patrón de los moribundos, ruega por nosotros.
    Terror de los demonios, ruega por nosotros.
    Protector de la Santa Iglesia, ruega por nosotros.
    Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: perdónanos, Señor.
    Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: escúchanos, Señor,
    Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: ten misericordia de nosotros.
    V.- Le estableció señor de su casa.
    R.- Y jefe de toda su hacienda.

    Oremos: Oh Dios, que en tu inefable providencia, te dignaste elegir a San José por Esposo de tu Santísima Madre: concédenos, te rogamos, que merezcamos tener por intercesor en el cielo al que veneramos como protector en la tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
    Inmaculado Corazón de María, ¡sed mi salvación, Madre Mía!

  8. #728
    Fecha de Ingreso
    28-junio-2010
    Mensajes
    645

    Predeterminado

    Hoy se ha celebrado la misa de inauguración del pontificado de Francisco.



    Manda parar el coche para bajarse y saludar personalmente a un tetrapléjico.



    El anillo del pescador que usará el Papa Francisco en su pontificado, no es de oro.



    Una auténtica pesadilla para los servicios de seguridad. No quiere ir en en papamóvil sino al descubierto, exponiéndose a disparos y agresiones.



    Diversas imágenes de esta mañana:





    Inmaculado Corazón de María, ¡sed mi salvación, Madre Mía!

  9. #729
    Fecha de Ingreso
    28-junio-2010
    Mensajes
    645

    Predeterminado




    Queridos hermanos y hermanas

    Doy gracias al Señor por poder celebrar esta Santa Misa de comienzo del ministerio petrino en la solemnidad de san José, esposo de la Virgen María y patrono de la Iglesia universal: es una coincidencia muy rica de significado, y es también el onomástico de mi venerado Predecesor: le estamos cercanos con la oración, llena de afecto y gratitud.

    Saludo con afecto a los hermanos Cardenales y Obispos, a los presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas y a todos los fieles laicos. Agradezco por su presencia a los representantes de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, así como a los representantes de la comunidad judía y otras comunidades religiosas.

    Dirijo un cordial saludo a los Jefes de Estado y de Gobierno, a las delegaciones oficiales de tantos países del mundo y al Cuerpo Diplomático.

    Hemos escuchado en el Evangelio que “José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer” (Mt 1,24). En estas palabras se encierra ya la misión que Dios confía a José, la de ser custos, custodio. Custodio ¿de quién? De María y Jesús; pero es una custodia que se alarga luego a la Iglesia, como ha señalado el beato Juan Pablo II: “Al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y modelo” (Exhort. ap. Redemptoris Custos, 1).

    ¿Cómo ejerce José esta custodia? Con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad y total, aun cuando no comprende. Desde su matrimonio con María hasta el episodio de Jesús en el Templo de Jerusalén a los doce años, acompaña en todo momento con esmero y amor.

    Está junto a María, su esposa, tanto en los momentos serenos de la vida como los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús

    ¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia? Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio; y eso es lo que Dios le pidió a David, como hemos escuchado en la primera Lectura: Dios no quiere una casa construida por el hombre, sino la fidelidad a su palabra, a su designio; y es Dios mismo quien construye la casa, pero de piedras vivas marcadas por su Espíritu.

    Y José es “custodio” porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas.

    En él, queridos amigos, vemos cómo se responde a la llamada de Dios, con disponibilidad, con prontitud; pero vemos también cuál es el centro de la vocación cristiana: Cristo. Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, salvaguardar la creación.

    Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos.

    Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón.

    Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres.

    Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien. En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios.
    Y cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido. Por desgracia, en todas las épocas de la historia existen “Herodes” que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer.


    Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos “custodios” de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro.

    Pero, para “custodiar”, también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura.

    Y aquí añado entonces una ulterior anotación: el preocuparse, el custodiar, requiere bondad, pide ser vivido con ternura. En los Evangelios, san José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura.

    Hoy, junto a la fiesta de San José, celebramos el inicio del ministerio del nuevo Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, que comporta también un poder. Ciertamente, Jesucristo ha dado un poder a Pedro, pero ¿de qué poder se trata? A las tres preguntas de Jesús a Pedro sobre el amor, sigue la triple invitación: Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas.

    Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado (cf. Mt 25,31-46). Sólo el que sirve con amor sabe custodiar.

    En la segunda Lectura, san Pablo habla de Abraham, que “apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza” (Rm 4,18). Apoyado en la esperanza, contra toda esperanza.

    También hoy, ante tantos cúmulos de cielo gris, hemos de ver la luz de la esperanza y dar nosotros mismos esperanza. Custodiar la creación, cada hombre y cada mujer, con una mirada de ternura y de amor; es abrir un resquicio de luz en medio de tantas nubes; es llevar el calor de la esperanza.

    Y, para el creyente, para nosotros los cristianos, como Abraham, como san José, la esperanza que llevamos tiene el horizonte de Dios, que se nos ha abierto en Cristo, está fundada sobre la roca que es Dios.

    Custodiar a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos; he aquí un servicio que el Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado.

    Imploro la intercesión de la Virgen María, de san José, de los Apóstoles san Pedro y san Pablo, de san Francisco, para que el Espíritu Santo acompañe mi ministerio, y a todos vosotros os digo: Orad por mí. Amen.

    Inmaculado Corazón de María, ¡sed mi salvación, Madre Mía!

  10. #730
    Fecha de Ingreso
    28-junio-2010
    Mensajes
    645

    Predeterminado


    Impresiones de jóvenes cristianos argentinos sobre el Papa.


    Inmaculado Corazón de María, ¡sed mi salvación, Madre Mía!

Tags for this Thread

Normas de Publicación

  • No puedes crear nuevos temas
  • No puedes responder mensajes
  • No puedes subir archivos adjuntos
  • No puedes editar tus mensajes
  •