Iniciado por
Mechanic Hamlet
Bye, querida.
Esperaré, con ansias, que me digas a qué Dios te refieres.
Cualquiera. Allá están todas las deidades sentadas en redondo, como en un plenario. Y la tierra en el centro. Ellos nos ven, nos miran, nos observan y dicen: "ése está rezando para mi" y el otro: "èsa para mi" y así hasta que llegan allá oraciones que no están dirigidas a un dios específico: súplicas, verdaderas súplicas. Y viendo que para ninguno van, nadie las reclama hasta que... viene el dios, ese al que en la Tierra llaman Dios y al que en esa suerte de teatro esos otros dioses, tan dioses como èl, llaman también Dios, aparece, arrogante y dice: "son para mi". Y viendo que son tantas las plegarias no da a basto y por eso es que las súplicas, plegarias, rezos y oraciones que èl acoge nunca son atendidas. Y es tal el espectáculo que da que los demás dioses se distraen y dejan de responder a las súplicas que realmente van dirigidas a ellos.
Y por es que desde hace unos dos mil años ya ningún vil mortal recibe el beneplácito de los dioses.
Mi pena es sencilla y nada misteriosa y, como tu alegría, por cualquier cosa estalla.