"No hace mucho me sorprendí a mí mismo con una sensación increíble: estaba hojeando un
libro sobre Hitler y al ver algunas de las fotografías me emocioné: me habían recordado el tiempo de mi
infancia; la viví durante la guerra; algunos de mis parientes murieron en los campos de concentración
de Hitler; ¿pero qué era su muerte en comparación con el hecho de que las fotografías de Hitler me
habían recordado un tiempo pasado de mi vida, un tiempo que no volverá?
Esta reconciliación con Hitler demuestra la profunda perversión moral que va unida a un
mundo basado esencialmente en la inexistencia del retorno, porque en ese mundo todo está perdonado
de antemano y, por tanto, todo cínicamente permitido.
Si cada uno de los instantes de nuestra vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a
la eternidad como Jesucristo a la cruz. La imagen es terrible. En el mundo del eterno retorno descansa
sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad. Ese es el motivo por el cual Nietzsche
llamó a la idea del eterno retorno la carga más pesada (das schwerste Gewicht).
Pero si el eterno retorno es la carga más pesada, entonces nuestras vidas pueden aparecer, sobre
ese telón de fondo, en toda su maravillosa levedad.
¿Pero es de verdad terrible el peso y maravillosa la levedad?
La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Pero en la
poesía amatoria de todas las épocas la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La carga
más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada
sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será.
Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el
aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus
movimientos sean tan libres como insignificantes."
La insoportable levedad del ser - Milan Kundera