"Y ahí estaba; solo, desesperanzado, abatido. Se encontraba en el lúgubre sótano del establecimiento; tan oscuro como sus pensamientos, tan opaco como sus sentimientos.
Observaba los empaques apilados, tan idénticos todos que parecían ser un solo. Una gran masa compuesta de individuos de una misma especie, sin diferir uno de otro.
Imaginaba a los objetos inanimados con plena conciencia de su existencia, formando una gran comunidad en donde todos convivieran sin conflictos generados por intereses propios o peleas incentivadas por la ambición de otro. Una unión plena,verdadera. Siendo todos iguales, no habría necesidad de utilizar la violencia, quizá ni siquiera existiría la palabra guerra. No habría ambición, necesidad ni tristeza, por ende, no existiría el miedo, dolor ni sufrimiento. Un mundo utópico en donde todos serían para uno y uno sería para todos. Pero entonces, ¿Qué sentido tendría dicha existencia? Si todos son iguales y no desean nada más que pertenecer al todo, sin más aspiraciones que tener una posición en el sistema, sin mas anhelos que permanecer adherido al otro. Su concepción acerca de la libertad, de la individualidad equivaldría al permanecer en uno solo. Su gran sueño, poseer un número que lo acredite como miembro permanente del estado. Esperarían el gran día, el día en el que una marca indeleble se aplicara en su materia y mente. El dia del Inventario, el día en el que quedaría todo esto confirmado.
A pesar de la tristeza que apesadumbraba su mente, una sonrisa emergió de su afligida cara. El precio de ser diferente, libre, único es algo que pagaría con gusto, incluso aunque esto implicara experimentar todos los dolores, las aflicciones y temores existentes.
Bajó su vista a la libreta que tenía en la mano y decidió llevar a cabo el sueño de todos aquellos recipientes inanimados" .

EMPÏREO