-Creo que no fueron aportes, Esqui, y lo sabes. También sabes dónde puedes descargar tarugada y media (en el de porcina)-
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Hoy, de nueva cuenta, me encontré con Don Guillermo (un gran amigo y, que por cierto ven, incluso él, con extrañeza nuestra amistad, aunque sé que, cuando platicamos y jugamos básquetbol, se le olvida ese sentimiento de ''rareza''), y me presumió a su nueva perrita, una Doberman de nombre ''Freja''. Hermosa la criatura, ¡¿cómo no?! Joven, cariñosa y con un pelaje suave al tacto. Y, qué extraño, mi modelo favorita se llama así: Freja. Hermosa la mujer, caray.
Pienso que, no importa la edad que se tenga cuando te llevas a todo dar con alguien a quien pensabas, inocentemente, que no puede se pueda dar. Así que, les quiero compartir una anécdota vivida meses atrás, a la cual llamé ''Candyman''.
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Y, yendo, por la misma ruta para ir por un Frapuccino, tengo que cruzar el parque y pasar por la, enorme, casa de Don Guillermo, en donde, casi siempre está "Coqueta", afuera y con cadena, una Rottweiler, enorme y amenazante pero que, al contacto de mi mano sobre su rostro, su mirada cambia y es una ternura aquella perrita. Las personas que pasan y observan tal acto, igual y lo consideren como algo arriesgado. Yo, no. "Coqueta", es mi amiga, y Don Guillermo, también.
Esa vez, él, Don Guillermo, estaba escuchando música de los 50’s y 60’s, así que me acerqué a saludarlo, como siempre, y lo reté. Le dije que le iba a ganar en el básquetbol y, oh, pobre de mí… aquel atlético y delgado señor, de 60 años -o menos-, me ganó, de manera elegante y con garbo. Me miró con dulzura y se apiadó de mí, diciéndome: "Sé que estás siendo misericordiosa. Me estás dando chance", -y, nada más falso. Sentí una pena y un orgullo extraño-. No importa. Me reí de mi ineptitud pero, hice unas cuantas "clavadas" porque, en mis años mozos, era "poste", por la estatura y que, por cierto, le saqué un moretón a una chica, del equipo contrario, al taparle una canasta con uno de mis ilíacos.
Muy amablemente, después de la paliza que me dio, me brindó un coco y bebí de él. Oh, qué sed tenía y sacié mi sed. El de él tenía ginebra, cosa que no sabía, y me dijo: "¿No te sabe diferente?", a lo que respondí: "No, para nada.", y, solamente, esbozó una leve sonrisa, y me dijo: "Tiene ginebra." Bueno, le di un sorbo más, y no más. Tenía que estar en mis cinco sentidos para poder vengarme de aquella vil y despiadada derrota.
Le platiqué que me hubiera gustado nacer en la época de los 50’s, por la moda y las grandes bandas musicales, a lo que él, muy sabiamente, me respondió: "Sí, fue muy bonito, pero no había internet, ni F.B., ni Youtube ni nada.", y, sí, tiene razón.
Seguimos escuchando música de aquella época, bailando y jugando básquetbol… es más, cantamos, a karaoke, la de "Acompáñame". ¡Ja! Y, fue ahí, justo ahí, cuando cobré venganza. Le gané en el canto, y él lo reconoció.
La pasé muy bien y le agradecí que fuera mi amigo, y que me hiciera sacar de mi búnker.
... Cada vez que paso por ahí, busco a "Coqueta" para acariciarla, y a él, para darle un abrazo, y seguir tomándonos fotos con su cámara que saca fotos en tercera dimensión.
Don Guillermo tiene lo mejor de ambos mundos pero, para mí, es Candyman.
-Tefillah Villalobos-
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Reflexiono que, es bueno el pasado, el hoy, y el futuro, pero lo que tengo, es el hoy... (aunque sí me hubiera gustado vivir en los años 50's. ¡He dicho!).