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En el rincón del ring de los Republicanos… Loparió que nombre raros, nunca los había leído antes, Newt Gingrich, Mitt Romney, Rick Santorum…
Y en el corner de los Demócratas….Un único hombre: Barak Obama.
Aunque la verdad sea dicha, son dos Obama que juntan fuerzas para ganar la reelección, que pienso no habrá problemas. Detrás de Barak –y hasta algunas veces al frente- está Michelle. Tal vez la más fascinante Primera Dama de los últimos 50 años, rivalizando con el fenómeno Jacqueline Onassis (que a mi modo de ver, no pasó de cosa prefabricada por la prensa, y carente de atributos destacables).
Michelle es poderosísima y tiene un electorado independiente, que no pudiendo votar en ella, vota al marido en cualquier circunstancia. Aunque también hay demócratas que no votan a Obama, por causa de Michelle. Es el precio a pagar por ser una mujer de personalidad muy fuerte, y en muchos aspectos enigmática.
La biografía del casal escrita por el periodista Jodi Kantor, titulada “The Obama” , dio mucha conversa en E.U. comenzando por la reacción de la propia Primera Dama, que no gustó de lo escrito. No concordó con lo que supuestamente le contaron al periodista, y está en el libro.
Una Michelle imponiéndose por encima de los rígidos protocolos de la Casa Blanca, creó roces con varios asesores directos del marido. Jodi Kantor que es reportero del N.Y Time, quedó extrañado de la reacción de la dama, ya que lo que trasluce de las páginas del libro, es una mujer delicada, que tiene como prioridad máxima el bienestar del hombre más poderoso del mundo. Ni que hablar de sus dos hijas, aunque para eso tenga que enfrentar tradiciones seculares.
Una de las reglas establecidas por Michelle, está la de cenar en familia. Religiosamente a las 6 y media de la tarde, con los 4 en la mesa. Si el marido estuviera algún día discutiendo la tercera guerra mundial a esa hora, tendrá que suspender y continuar después del postre.
Ella sabe que es una Primera Dama moderna y que estas medidas, no pondrán en riesgo la carrera política de su marido. Todo lo que ella quiere, es la reelección de su marido, y continuar en su status.
Una cosa me llamó la atención del libro.
Una está tan acostumbrada con las farras y despilfarros de los políticos de mis tolderías, que esto me ubicó en lo lejos que estamos de ser un país civilizado. ¿Saben lo caro que es vivir en la Casa Blanca para sus inquilinos? Michelle quedó asombrada cuando al final del primer mes de estar instalados, le presentaron la cuenta de los gastos. Hasta trató de “pichinchar” la factura de una cena, en la que invitaron a dos matrimonios amigos.
-Es muy caro!! reclamó al ver el cuentón.
En Estados Unidos, ni el Presidente ni su familia, pueden gastar un centavo del dinero público en usufructo personal.
Después de leer esto, cerré el libro, y con mi mentalidad de ciudadana de una republiquita bananera, lo puse junto a los de Isaac Asimov y me fui a dormir.
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