
Iniciado por
pana
Después del juicio.
Ahora?? no se, podría ser el Hades, o el Gehena, o el Sheol, el lugar a donde van los impíos, y el paraíso, o seno de Abraham, donde irían los justos. O podría simplemente tras la muerte, pasar a un estado de espera semejante al sueño, hasta que se cumplan los tiempos. No se, y tu que nos cuentas sobre el tema.
La revelación de la muerte eterna (eso es el Infierno; date cuenta que si mueres y no estás llamado a resucitar... es que tu muerte es definitiva) figura en la Biblia, es como una especie de amenaza -en plan: cuidado con el camino que escojàis- porque si bien la Buena Noticia alude a la salvación, también existe la otra posibilidad al hablarnos de una situación de fracaso absoluto del hombre. El tema de la muerte eterna se insinúa en el AT ya desde los salmos místicos, en los que el scheol comienza a verse como morada especializada de los impíos.
El texto de Is 66,24 en el que se describe a los pecadores como cadáveres yacentes a extramuros de la Jerusalén escatológica, probablemente en el valle de Hinnom, perpetuamente atormentados por el gusano y el fuego, es un antecedente próximo de las imágenes del NT del infierno (la gehena). Dan 12,2 habla de un “oprobio” u “horror eterno”, y que Sab 5,14-23 contiene un largo pasaje sobre el destino de los impíos.
En el NT la idea de condenación se formula con expresiones que significan la negación de la comunión con Dios en que consiste la bienaventuranza. Así, en los sinópticos se habla de “perder la vida”, “no ser conocido” (recordar el profundo sentido del “conocer”), “ser echado (o quedar) fuera” de la mesa y del convite de bodas. Pablo hablará de “no heredar el reino” y Juan de “no ver la vida”. Todas estas fórmulas tienen en común la exclusión del acceso inmediato a Dios en el que estriba la vida eterna.
Es evidente que este estado de muerte es tan definitivo e irrevocable como el de la vida. El texto de Ap 14,11, que habla de un tormento que dura “por los siglos de los siglos”, certifica la eternidad (la definitividad) del infierno.
Además del lenguaje negativo, el NT (sobre todo en los sinópticos) contiene numerosas descripciones de la muerte eterna en términos positivos: gehena de fuego, horno de fuego, fuego inextinguible, llanto y crujir de dientes, estanque de fuego y azufre, gusano que no muere. La preponderancia de la imagen del fuego ha dado pie a que sobre ella se concentrase la atención de exegetas y teólogos.
Se trata de un lenguaje simbólico, como atestigua la oscilación de imágenes, con el que se pretende subrayar que la privación eterna de Dios supone para el hombre el trágico fracaso de la vida y, por ello, el mayor de los sufrimientos. En el NT muerte eterna aparece en una doble serie de lugares: bajo el aspecto de exclusión de la vida de Dios (lenguaje negativo); y bajo el aspecto doloroso que tal exclusión entraña (lenguaje positivo o afirmativo). Todos hablan de lo mismo, si bien en diversos registros estilísticos. Es instructivo constatar que el lenguaje extremadamente plástico de los sinópticos desaparece casi por completo en el resto del NT, que prefiere fórmulas más sobrias, de carácter negativo.
Pero ¿por qué la prevalencia de la imagen del fuego? Para nuestra cultura el fuego expresa un dolor sumamente penetrante. Pero para el ambiente palestino el fuego indica el destino de lo ya inservible. Por eso sirve muy bien para expresar la vaciedad de una vida sin la comunión con Dios.
¿Cómo hacer compatible esta doctrina de la muerte eterna con los lugares de la Escritura que enseñan la bondad de Dios y la naturaleza exclusivamente salvífica de la misión de Cristo? Jn 3,17-19 y 12,47s advierten que el juicio condenatorio procede del condenado mismo, en cuanto que no cree o no acoge la palabra de salvación. No es preciso que Cristo condene a nadie; el hombre se basta por sí solo para perderse cuando se sustrae voluntariamente a la oferta de salvación. De forma semejante, los réprobos de Mt 25,32ss lo son porque se han labrado su propio destino cerrándose a las obras del amor fraterno.
Si tienes un porqué para vivir encontrarás casi siempre el cómo -Nietzsche