Estoy francamente sorprendido con las diferentes opiniones vertidas. Para empezar, la iglesia no casa a nadie, porque el matrimonio es una institución civil que otorga privilegios y obligaciones a los cónyuges. Otra cosa es que las diferentes instituciones religiosas hayan llegado a acuerdos con los estados para que los matrimonios oficiados por ellas se den por validos.

El estado no puede bajo ningún concepto imponer nada a las instituciones religiosas, estas se rigen por normas propias, que en muchas ocasiones pueden parecer odiosas o inapropiadas para algunos sectores de la sociedad.

Si el estado considera que una institución religiosa priva de libertad a sus miembros, hará bien en proteger a estos dando el amparo social que merecen o necesitan, pero no obligando a la institución a que cambie de conducta, a no ser que esa conducta sea delictiva y atente contra la seguridad ciudadana. A fin de cuentas, a nadie se le obliga a ser o no religioso.