

MONTE TABOR / MONTE CALVARIO
Hoy domingo es la liturgia de la Transfiguración, cuando Nuestro Señor sube al Monte Tabor con tres discípulos, transfigura su rostro y cuerpo despidiendo luz, y hace exclamar a un discípulo: ¡Maestro, qué bien se está aquí! Más adelante tendrá que subir a otro monte, pero esta vez no luminoso sino doloroso, el Monte Calvario, a morir en la Cruz por todos nosotros.
Todos tenemos en nuestra vida el monte Tabor y el monte Calvario. El monte Calvario lo forman nuestras cruces, nuestras penalidades, nuestras preocupaciones, nuestras pruebas, todos ellos sufrimientos pasajeros -porque muy pronto, en el Cielo, no habrá ni una pequeña gota de ellos-. Y por el contrario, el monte Tabor lo forman las pequeñas satisfacciones espirituales que el Señor nos permite a veces, aunque no en todas las ocasiones: al orar, al comulgar, al confesar, con una lectura espiritual, escuchando una canción religiosa, una película piadosa o un vídeo edificante, una actividad dentro de un grupo de oración, la satisfacción de hacer una obra de solidaridad y gozar con la cara de alivio de la persona a la cual socorremos... son momentos en que nos podemos sentir muy felices, transportados, elevados y llenos del Espíritu Santo, y son para recordarlos cuando tengamos que subir al monte Calvario.
Estos montes Tabor nos son necesarios porque necesitamos un sentido de la vida cristiana, no ir del todo a ciegas con una fe resecada, sino un poquito de agua para beber en el camino desértico y duro, que sepamos por qué hacemos todo esto y qué nos espera más allá de la muerte. La vida cristiana no es tan árida y desangelada como decir: "Dios existe, así que cumple los Mandamientos, frecuenta los Sacramentos, reza, mortifícate, carga con tu cruz, perdona al que te ha hecho daño, sé solidario con los que sufren. Si lo haces así, al Cielo; si no, al Infierno". Este planteamiento "materialista" es inhumano y se nos advierte mucho en la Iglesia de no caer en él. Dios quiere que cumplamos su Voluntad pero por Amor -es más, sin amor, no vale nada de lo que hagamos-, y para ello Él se nos muestra un poquito, en ocasiones se deja ver, abrazar, intuir en experiencias concretas, nos permite ahora un poquito del placer espiritual que tendremos en el Cielo para que así podamos conocerle y amarle. No es nada malo sino muy bueno procurar estos montes Tabores a fin de sacar fuerza para los Calvarios.
Todo por Amor, nada sin Amor.

Inmaculado Corazón de María, ¡sed mi salvación, Madre Mía!