¡Las estoy observando, malditas larvas malnacidas! Sé que día a día mueven, sigilosamente, mi lecho hacia ese terreno lleno de criptas y flores marchitas. No crean que no me doy cuenta, y sé que ustedes también saben de la opresión en mi pecho que me acongoja como oración al santo milagroso.

No la arrastren salvajemente que la madera es fina y quiero que se conserve así el mayor tiempo posible y, aunque las termitas la devoren tarde o temprano, sean dadivosas en otorgarles un buen presente.

Aún, y con la mente en technicolor, tengo la suficiente lucidez para darme cuenta de su macabro plan. Sean, pues, emisarias de buenas nuevas. No siempre hay carne de buena calidad en la mesa.

Guten Appetit!

Frialdad.