6. (Las causas perdidas).

Muñecas de sal, camisetas verdes,
piel naranja y me vuelvo intraspasable,
tan lento,
con todas tus catástrofes,
pese a la cafeína y al calor,
lento hasta doler,
y llegan, con la última nota,
el absurdo sin comedia
las magas que se escapan de los libros
las persas,
todas las mujeres que quise ser.
maniobras de escape de los cuerpos
sin desaparecer, pechos turgentes,
y la tarde cae, desde el pezón
la tarde entera se desploma
el mundo es tan alto y yo tan horizontal
será temporal, como cada verano.
Escribo cartas y las dejo en tus escondites
porque tú no has hurgado en mi ombligo
pienso;
no sabes cuál es mi centro,
y qué sabes. Qué sabes.
La calle se llena de pasos sonoros
por un instante nos creo visibles,
qué importa que te desconozca
que todo tú seas nuevo y aún así no te quiera;
la tarde languidece y me gusta así,
ver como va mordiendo los colores
hasta que se los traga y duerme.

Ana Vida Egea