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Ashtekar quería estar seguro de lo que estaba viendo, de modo que les pidió a sus colegas que se sentaran sobre el resultado durante seis meses antes de publicarlo en 2006. Y nada extraño. La teoría sobre la que se basaba el universo reciclado, llamada cosmología cuántica de bucle (LQC), había logrado esclarecer el mismo nacimiento del universo, algo que ni siquiera la teoría general de la relatividad de Einstein puede hacer.
La LQC ha estado atormentando a los físicos desde 2003 con la idea de que posiblemente nuestro universo podría haber emergido del colapso de un universo previo. Ahora la teoría está preparada a hacer predicciones que en realidad podemos evaluar. Si son verificadas, el Big Bang cederá el paso a un Big Bounce [gran rebote] y finalmente conoceremos la estructura cuántica del espacio-tiempo.
En lugar de un universo que emergió de un punto de infinita densidad, tendremos uno que recicla, posiblemente a través de una eterna serie de expansiones y contracciones, sin origen ni final.
La LQC es de hecho la primera aplicación tangible de otra teoría llamada gravedad cuántica de bucle, que astutamente combina la teoría de la gravedad de Einstein con la mecánica cuántica. Necesitamos teorías como éstas para averiguar qué ocurre cuando los volúmenes microscópicos experimentan una fuerza gravitatoria extrema, como ocurre cerca del Big Bang, por ejemplo. A mediados de los '80, Ashtekar rescribió las ecuaciones de la relatividad general en un marco de mecánica cuántica. Con los físicos teóricos Lee Smolin y Carlo Rovelli, Ashtekar usó más tarde este marco para mostrar que la trama del espacio-tiempo está tejida con bucles de líneas de campo gravitatorio. Si aleja la imagen lo suficiente, el espacio aparece suave y continuo, pero una mirada desde más cerca revela que el espacio viene en partes indivisibles, o cuantos, de 10 a 35 metros cuadrados de tamaño.
En 2000, Martin Bojowald, entonces estudiante de postdoctorado con Ashtekar en la Pennsylvania State University en University Park, usó un bucle cuántico de gravedad para crear un modelo simple del universo. La LQC había nacido.
Y lo que es más importante, se sabe aún menos sobre el universo pre-inflacionario. Los cosmólogos siempre han supuesto que podían ignorar los efectos cuánticos y considerar al espacio-tiempo tan suave al inicio de la inflación, como la relatividad general requiere. Siempre había sido una conjetura fundamentada... hasta ahora. La LQC muestra que en el momento en que comienza la inflación, el espacio-tiempo puede ser tratado como suave. “Ya no es una suposición”, dice Singh. “Es en realidad, una predicción de la cosmología cuántica de bucle”.
Un signo de interrogación también cuelga sobre la materia y la densidad de energía del universo, que no hemos medido con exactitud suficiente para estar seguros de que el universo, al final, no dejará de expandirse. Si resulta ser una pizca más grande que las actuales observaciones, entonces es una receta del colapso cósmico. De acuerdo con el Big Bounce, en ambos escenarios el universo al final colapsará hasta que llegue a la densidad más alta permitida por la teoría. En ese momento, el universo rebotará y empezará a crecer otra vez, lo último en reciclaje cósmico.
En estos ultimos meses hemos escuchado en los medios o simplemente en boca de nuestros amigos y compañeros rumores de un experimento suizo, temores a un posible accidente que podría llevar, sino a todo el mundo, por lo menos al hemisferio norte, a su fin, o a la posible generación de hoyos negros que pudiesen devorar toda la materia del planeta.
¿De qué estamos hablando? Del LHC o Large Hadron Collider, el más nuevo acelerador de partículas del CERN (Centro Europeo de Investigaciones Nucleares, por sus siglas en francés), ubicado 175 metros bajo tierra en la frontera franco-suiza cruzada por los Alpes. La parte principal de este acelerador es un túnel de 27 kilómetros y 3.8 metros de diámetro por donde viajarán haces de protones al 99.9999961% de la velocidad de la luz para hacerlos colisionar unos con otros. Este aparato fue puesto en operación el 10 de septiembre pasado.
Pero, ¿qué es un acelerador de partículas?
¿Qué es un hadrón? La primera pregunta es fácilmente contestable: los físicos llevan más de 70 años construyéndolos. Se trata de aparatos que, gracias a poderosos campos magnéticos, extirpan protones o electrones de los átomos para acelerarlos a grandes velocidades. ¿Y por qué no neutrones? ¿Qué clase de discriminación “particular” tienen los físicos en contra de ellos? Ninguna. Los neutrones, al no tener carga eléctrica no son susceptibles a ser afectados por un campo magnético, no importa que tan fuerte sea éste.
Continúo...
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