Es cierto, no son distintos! La diferencia es que el ateo sufre porque no tiene, al menos, el alivio de una figura divina ante la pequeñez humana. Cree de no creer y cree que la ciencia cree como èl; una cadena de sufrimiento intelectual.
Quien es ateo fanàtico tiene la suerte de no ponerse la cuestiòn; se cierra como la tortuga y basta. Peor le va al que quiere explicar porque èl està convencido de su creencia y, al mismo tiempo, aclararse a si mismo porque no condivide las creencias de los religiosos.
No sabe bien porqué la gente lee los libros sagrados y èl no puede hacerlo; por otra parte no sabe lo que dice la ciencia y, menos aùn, porque la ciencia duda y no se pronuncia al respecto; ¿Qué espera?
Tiene una gran confusiòn que le provoca ansiedad y busca entre diez mil patrañas “la frase clarificadora” que no aparece: sus propios libros sagrados. Busca sin cesar una luz que lo ilumine en su oscuridad; el religioso tiene su luz y la ciencia la suya, el ateo no.