Profundamente en tu negra mirada, yo sólo permanezco ahí, temiendo, preguntándome… dudando si tan sólo eres la estela de un sueño placentero o eres el interminable eco de mis oscuras pretensiones.

Gasto mis noches entre palabras y cigarros tratándote de ver entre el humo que difumina tu silueta que baila antes de dispersarse como un vil espejismo. Trato de guiarte a través de la mente de machina, que veas su encanto a través del humo de tu último cigarrillo. Trato de crear momentos idílicos y que creas en mis palabras que son tan jodidamente sinceras como el último aliento de un pobre condenado. Que puedas ver algo de verdad en donde sólo había vacío.

Déjame penetrar tu forma reaccionaria de pensar, hazme un espacio en tu mente para incrustarme en tus sentidos y arrebatar tus suspiros cuando tus misterios se muevan en el Sol; y nunca más se alejen de mis infrarrojos para no tenerte que buscar de nuevo.

Rompe el molde antes de envejecer y ahora canta para tu amante y canta para mí esos hechizos de hiel que me saben tan bien; mi amante digital, déjame sin aliento una vez más hasta que la noche caiga con la promesa de un nuevo encuentro al día siguiente. No te ocultes de mi oscuridad, no temas. He hecho sentir bien a mi madre, he hecho sonreír a mi amante. Después de todo no soy tan malo.

Quédate conmigo esta noche y déjame pensar cómo es que se llenó de color tu vida y no estuve ahí para verlo, de cómo tus tonterías me dejan ver tu belleza llena cicatrices. Descubrir por qué siempre estás presente y lejana. Saber a dónde vas y cómo vas; ver si sólo eres un ideal o una meta. Si sólo tiras la moneda para ver que sonido hace o has dejado de apreciar la magia de las banalidades. Si eres efímera o vienes para quedarte hasta que yo te deje.

Te he hecho sonreír… no soy tan malo después de todo.


No, pues, gracias, Momo... está cursi.