Los defensores de la actual globalización están cambiando sus argumentos: Ahora reconocen que los procesos globales actuales generan desigualdad pero achacan los efectos negativos al haber quedado bajo la única potencia mundial. Los mismos ideólogos que antes consideraban que Estados Unidos era el motor de la mundialización, ahora sostienen que sería el culplable de un mundo unipolar que impide una globalización balanceada.
Hasta hace poco se defendía a los EEUU como motor global, policía internacional y hegemón benévolo.
Los errores y consecuencias negativas del rol de Washigton han escalado tales niveles que la idea de la unipolaridad es insostenible.
Reconocer ese problema es un paso adelante, pero las críticas avanzan muy poco. No ponen bajo cuestión las relaciones asimétricas de poder de los grandes sobre los pequeños, apenas se cuestiona que el poder esté en manos de un único país y se postula como solución pasar a tener un grupo selecto de superpotencias que mantenga la presión para las a perturas comerciales y la liberación de los flujos de capital. Sueñan con un nuevo club de gobierno mundial que debería sumar a Inglaterra, Francia o Japón. Algunos países del Sur son tentados a ingresar al club selecto de líderes globales en un mediano plazo: especialmente se coquetea con Brasil, India, Sudáfrica y China.
La multipolaridad no es una solución eficiente para una globalización unipolar ya que es todo el entramado global el que debe ser rediseñado.

(Por Eduardo Gudynas, investigador en Desarrollo, Economía, Equidad América Latina, en Montevideo Uruguay. Servicio Informático Alai-amlatina)