Con ganas de lanzar un zapatazo a la pantalla del televisor, cuando algún abogadete con cargo público, pomposamente dice que México es una nación que vive “un estado de derecho, irrenunciable y… etc.” Y el entrevistador serio, crédulo y muy interesado asiente con gravedad.
¿pero cual fregado estado de derecho?. La ley prohíbe la prostitución, y sobre todo la que se ejerce en la vía pública. Y alrededor de casi cualquier hotel “garaje” abundan las y los sexo serviciales.
La ley dice que no se permiten vehículos con vidrios obscuros, polarizados. Y desde el presidente espurio o no, hasta los diplomáticos extranjeros, pasando por los ricachones de todas las zonas del país, ostenta vehículos con vidrios “de espejo” o del tipo Michael Night y su auto inservible. Y ni se digan los vidrios de microbuses, combis y demás transporte público; fieles seguidores del ejemplo de aquellos “poderosos” ya referidos, seguidores que esconden su minoría de edad al volante, o su consumo de alcohol o enervantes mientras conducen. Que esconden todo eso detrás de “sombras”, cubre soles o letreros gigantes del tipo “renegador car”, “i love lisa” y demás cosas “ingeniosas”.
La ley dice que el robo de energía eléctrica (y cualquier robo en general) son un gran delito. Y los vendedores ambulantes ven T.V., escuchan radio; usan lámparas, refrigeradores, ventiladores, etc. Con un cable mal disimulado, conectado directa y burlonamente al erario público.
La ley marca “espacios libres de estacionamiento”, principalmente en avenidas importantes; pero la sobre población vehicular hace que los espacios libres pierdan su libertad. Y no solo eso, sino que además se secuestran banquetas para garajes o para sitios de uso “comercial”, jardineras estorbosas o para sanitarios caninos.
La ley (aún) sanciona la posesión y consumo de drogas naturales y sintéticas, y es principalmente en las fiestas privadas de “los poderosos”, donde se da a escoger a los comensales y huéspedes de entre un amplio menú de ellas. Y ni se diga dentro del ejército (en este caso, en los ejércitos de muchos países), cuyos miembros necesitan drogas para poder matar “en paz”. O bien para soportar las tensiones de la guerra (¿no es así gringos en Irak?).
La ley marca (supongo), que la publicidad en los medios de comunicación masiva, debe ser moderada. Pero los mejores espectáculos de T.V. tienen por lo menos el 50% de su tiempo lleno de publicidad, mucha de ella gubernamental. Sin contar la publicidad permanente en las calles, edificios, vehículos de transporte público, etc.; actualmente llamada “contaminación visual”.
La ley marca un tope a los decibeles que tal o cual persona u objeto pueden emitir; y desde el elotero, el tamalero, hasta los políticos en campaña, o los juniors enamorados y embelesados por la música estridente, rebasan por mucho el tal tope ese. Ahora se le llama “contaminación auditiva”, y no hay ley alguna que la castigue según he visto; o por decirlo mejor, hay absoluta impunidad entre quienes contaminan con ruido.
En fin que la mayoría de las leyes son violentadas por una u otra gente, de una u otra manera. Haciendo de ésta nación (igual que en muchas otras naciones), una nación que definitivamente no goza un estado de derecho.
Así que cuando un abogadete se pavonee, cacaraquee su estado de derecho durante una entrevista o discurso público, lanzadle un zapatazo. Con mejor tino que aquél reportero al ex presidente gringo. O por lo menos decidle “¡cállate chachalaca!”.
Y por cierto, vuelvo a declarar que no soy un agitador; y que doy fe de de un gran autocontrol al seguir aún con el calzado puesto en los pies.