Tengo un amigo, se llama Jesús. Es cartero. Ayer, por esas cosas del viento me lo encontré -ayer hubo huracarnes por estos lados, y cada uno venía empujado por vientos contrarios hacia la misma mesa del bar-, y luego de la emoción del encuentro (siempre nos sucede, y juro que es sincera) y de las primeras libaciones ad-hoc, y de contarme la cantidad de cartas que anda repartiendo con exigencias de pagos a estos morosos de mierda que parece se multiplican, me dice que le quedó una carta, que no encuentra el destinatario:
- Un tal Elipse Somar...¿lo conocés?
- Para Elipse? -dije casi atragantándome con las toxinas de la cerveza- ¿seguro?
- Hombre... aquí la tengo... -y de dentro de su carrito de correus extrajo un sobre de lujosa cubierta que depositó en una esquina de la mesa que aún estaba relativamente seca- dice calle de los sueños rotos, pero eso me parece que es una canción que cantaba sabina.... algún loco... seguro...
- No, pará, pará, dame... ¿te importa si se la entrego yo?
- Pero... lo conocés?
- Bueno, conocer, conocer, lo que se dice conocer... pero sí, se quien es... y sí, está como una cabra...
Y me dió la carta. Y nos terminamos las dos penúltimas cervecitas, y esta tarde, con paciencia, despegaré el sobre al vapor, y leeré con paciencia la cartita, y si me lo encuentro a Elipse por algún caminito, se la daré por si tiene ganas de contestar.
Y chau