A lo largo del tiempo seguramente recordaremos a esa primera persona que nos hizo sentir "el revoloteo de mariposas en el vientre", por el que construíamos "castillos de ilusiones": nuestro primer amor.
No puedo dejer de recordar esa etapa de mi vida con una sonrisa: cuanta inocencia y frescura (con los años el amor se complica cada vez más).


Mi primer amor se llamó Abel: él tendría como 16 años y yo 13. Era muy bonito, recuerdo sus ojos color miel, sus rizos rubios, su cuerpo robusto (era miembro del seleccionado de voley del colegio). Como él vivía cerca de casa cuando volvía del colegio siempre salía al balcón de mi habitación para verlo. El se daba cuenta que lo miraba, que me gustaba: nos saludábamos, de vez en cuanto charlamos pero nada más, todavía era muy chiquita.
Luego se fué a vivir a Buenos Aires, lo volví a ver 6 o 7 años después una noche de año nuevo cuando se acercó a saludar a mi cuñado que había sido su entrenador. No lo reconocí: él me saludó con un brillito especial en los ojos y me dijo que estaba bonita. Luego que se fué le pregunté a mi cuñado quién era.... era Abel .... ya no lo volví a ver ....