¿Quién no ha sentido en algún momento de su vida tristeza, amargura o resentimiento?. Nadie escapa a estos sentimientos, y el sentirlos de vez en cuando es normal, es parte de nuestra naturaleza humana. Llorar es bastante sano cuando se trata de un acontecimiento eventual, el llanto es parte de la liberación. Pero ¿qué pasa cuando estas emociones quedan alojadas en nuestro corazón de manera permanente?, ¿cuando el dolor, la amargura y la tristeza representan nuestra propia personalidad?.