Estos tiempos de abusos sin medida por parte de los EEUU, me hacen evocar aquellos en los cuales el mundo pudo evitar la tragedia y no lo hizo. Dos hombres y dos gobiernos tuvieron la oportunidad de haber levantado con fuerza su voz y no lo hicieron. La actitud bravucona de Adolfo Hitler hacia presentir el desastre. Neville Chamberlain, primer ministro inglés, y Eduard Daladier, jefe del gobierno francés, tenían en sus manos la posibilidad de haberlo evitado -como todo lo que se hace bien, a tiempo. La maquinaria propagandística alemana, dirigida por el doctor Goebbles demostró ser un arma efectiva y paralizante. Neville Chamberlain volvió el 30 de septiembre de 1938 a Londres afirmando: “Creo que a nuestra época le ha llegado la hora de la paz”. El resto lo conocemos todos. La segunda guerra mundial con todos sus horrores se abatía sobre la humanidad. Pudo más el temor, el rastrerismo y la complacencia ante el poderoso que la dignidad.