Las aventuras sexuales se destruyen, se las lleva el viento y después de la fiebre no queda nada, y cuando eres viejo ya abominas de esas cosas de la carne.

Así que no vuelvas a las andadas si no quieres que repita yo tus propias palabras, y que te las cuelgue a tu cuello, como bandera de tu locura.