Los jugadores se esfuerzan por lanzar la pelota hacia la pared de enfrente, y la pared de enfrente la devuelve sin inmutarse ni cambiar.
Las paredes del frontón carecen de vida.
Se presentía desde el minuto uno.
Están absolutamente fanatizados y radicalizados. Son como los burros con orejeras, son como los islamistas. Estos con pastores, y los otros con imanes.