Jesucristo dejó que su sangre fuera derramada para remisión de los pecados o errores de muchos. Esto no es un mandamiento, es lo que Jesucristo hizo para quitar del mundo el error de seguir los mandatos del viejo Testamento que Jesucristo abolió porque no eran de Dios, pues Jesucristo no había venido a abolir la verdadera Ley de Dios.