En esta ocasión no coincidimos.
La oración tiene intrínsecamente un alto valor psicológico.
Me explico:
El ser humano posee en su cerebro un cableado innato que le permite arguir, razonar,pensar sobre lo Trascendente, capacidad que se define como "religiosidad" (ojo, no confundir con "religión").
En ese sentido, se puede afirmar que es la única criatura religiosa de la naturaleza.
O sea que el Hombre es capaz de "dialogar" con Aquel que su imaginación o ideología le dice que es Dios.
Cuando una persona ora, de manera sincera, se produce un estado alterado de conciencia, donde su cerebro entra en cierta resonancia con el objeto de su diálogo interior.
En ese momento donde la persona supone que es escuchada, se producen efectos beneficiosos tanto mentales como físicos.
Efectos que la neurofisiología ha comprobado como efectivamente reales.
Todo lo dicho, repito, independientemente de la existencia real o ficticia de la entidad a la que se dirige la oración.
***