Eupodophis descouensi era una serpiente libanesa que seguramente fue la que aconsejó mal a Eva.

Las serpientes no tienen patas, pero sus antepasados sí, aseguran los científicos. Unos dicen que evolucionaron a partir de lagartos terrestres y otros que lo hicieron a partir de lagartos marinos. Un nuevo estudio de fósiles de serpientes de hace 95 millones de años ha arrojado luz sobre este debate y lo inclina hacia la banda de los lagartos terrestres.

La luz la ha producido la radiación sincrotrón, que se genera en grandes instalaciones pero es capaz de revelar pequeñísimos detalles de lo que ilumina. Se ha aplicado en Grenoble (Suiza) al estudio de la estructura interna de los huesos de las patas de fósiles de Eupodophis descouensi, una serpiente que habitó en Líbano hace 95 millones de años y fue descubierta hace 10 años. Este animal todavía no había perdido las patas (traseras) completamente y representa una etapa intermedia en la evolución. Medían estos miembros solo dos centímetros y estaban sujetos a la pelvis.


Ahora se sabe cuál fue el gen que manipuló Yahvéh:


Visel y sus colegas analizaron los genomas de serpientes publicados, incluyendo especies basales como la boa y la pitón, que tienen patas atrofiadas -diminutos huesos enterrados en sus músculos- y avanzadas, como la víbora y la cobra, las cuales han perdido todas las estructuras de las extremidades. Dentro de estos genomas, se centraron específicamente en un gen llamado Sonic hedgehog (Shh), que participa en muchos procesos del desarrollo, incluyendo la formación de las extremidades. Los investigadores profundizaron en uno de los reguladores de esos genes, un segmento del ADN llamado ZRS, que estuvo presente, pero se habían separado en las serpientes.