La práctica de mirar los cielos en busca de señales que guíen la vida de las personas no es un fenómeno reciente. Se cree que dicha práctica —conocida como astrología— surgió en Mesopotamia, alrededor del tercer milenio antes de nuestra era.

Algunas personas recurren a la astrología para interpretar las supuestas señales de los cielos sobre el futuro y así sacarle provecho a esa información. Otras creen que la astrología puede revelar lo que están predestinadas a hacer o tal vez ayudarles a averiguar el momento más propicio para embarcarse en alguna empresa. ¿


Está claro que Dios no puede estar detrás de la astrología, pues la descripción que esta hace del universo y su funcionamiento no se corresponde para nada con la realidad. Además, como los principios en los que se basa son falsos, es imposible que pueda aportar datos confiables sobre el futuro. La propia historia demuestra la falsedad de la astrología.

Se sabe, por ejemplo, de cierta ocasión en que los sacerdotes y astrólogos de Babilonia no pudieron interpretar un sueño del rey Nabucodonosor. El profeta Daniel —siervo del Dios verdadero, Jehová— explicó: “El secreto que el rey mismo pide, los sabios, los sortílegos, los sacerdotes practicantes de magia y los astrólogos mismos no pueden mostrarlo al rey. No obstante, existe un Dios en los cielos que es un Revelador de secretos, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de ocurrir en la parte final de los días” (Daniel 2:27, 28).

Daniel sí pudo interpretar correctamente el sueño del rey, pero fue porque acudió a Jehová Dios —el “Revelador de secretos”—, en vez de recurrir al Sol, la Luna o las estrellas (Daniel 2:36-45).



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