Cita Iniciado por Dayyana Ver Mensaje
Para tí; para mi es sólo un hombre más, que discriminó a muchos.
Dayyana

Hay veces que tenemos una opinión negativa de alguien
por no conocerla.

¿Puedes decirme como discriminaba a las personas Jesús?

En*cierta ocasión, un leproso le rogó:
“Si tan solo quieres, puedes limpiarme”.
Y*él le respondió: “Quiero. Sé*limpio”.
El*hombre quedó completamente curado (Mar. 1:40-42).

Más tarde, cuando se encontró con una viuda que había perdido a su hijo único, Cristo “se enterneció por ella” y dijo al joven: “¡Levántate!”.
Y*así fue: ¡volvió a vivir! (Luc. 7:11-15.)

La razón por la que Jesús pudo realizar milagros fue porque Jehová le había dado el poder


cuando Jesús vio a María llorando por la muerte de su hermano Lázaro, “gimió en el espíritu y se perturbó” y finalmente “cedió a las lágrimas”. Por lo que cuenta el apóstol Juan, era obvio que Jesús sentía un gran cariño por aquella familia y que no*le avergonzaba exteriorizarlo. ¡Y cuánta compasión demostró al resucitar a su amigo! (Juan 11:33-44.)

Fue imparcial y respetuoso. Los Evangelios indican que Jesús sentía un cariño especial por su discípulo Juan, quizás por tener personalidades afines o por estar emparentados. Sin embargo, él nunca lo favoreció por encima de los demás (Juan 13:23). De*hecho, cuando Juan y su hermano Santiago le pidieron puestos destacados en el Reino de Dios, Jesús les contestó: “Esto de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no*es cosa mía darlo” (Marcos 10:35-40).


Jesus es Imparcial

Además, siempre trataba con respeto a todo el mundo. Él no tenía los prejuicios de sus contemporáneos. Aunque muchos consideraban que las mujeres eran inferiores, él las trataba con la debida dignidad. Por ejemplo, la primera persona a la que Jesús dijo claramente que era el Mesías fue una mujer. Su comportamiento es aún más destacable si tenemos en cuenta que ella era samaritana, pues los judíos en general sentían tal desprecio por los samaritanos que ni siquiera los saludaban (Juan 4:7-26). Pero eso no fue todo: también fueron mujeres las primeras personas a quienes Jesús les concedió el privilegio de verlo resucitado (Mateo 28:9, 10).