Viernes 19 de enero

Pablo animó con muchas palabras a los de allí
(Hech. 20:2).


En sus cartas, Pablo habló muy bien de sus hermanos cristianos. Algunos habían sido sus compañeros de viaje por años y, aunque sin duda conocía sus defectos, dijo cosas buenas de ellos. Por ejemplo, dijo que Timoteo era su “hijo amado y fiel en el Señor”, y que se interesaba sinceramente por el bienestar de los demás cristianos (1 Cor. 4:17; Filip. 2:19, 20). Y a los cristianos de Corinto les habló bien de Tito, les dijo: “Él es partícipe conmigo y colaborador para bien de ustedes” (2 Cor. 8:23). A Timoteo y a Tito debió animarlos mucho saber lo que Pablo pensaba de ellos. Pablo y Bernabé arriesgaron la vida al volver a los lugares donde habían sufrido violentos ataques. Por ejemplo, a pesar de haber sufrido la oposición de fanáticos en Listra, regresaron para animar a los nuevos discípulos a permanecer en la fe (Hech. 14:19-22). En Éfeso, después de ser atacado por una multitud furiosa, Pablo animó a los discípulos de allí.