El libro de Abraham, que la Iglesia SUD considera sagrado y fue incluido en "La Perla de gran precio", ha sido tan controversial como la doctrina misma de esta Iglesia, muchas afirmaciones de principio, han sido reformadas o reconsideradas, lo cual demuestra falta de firmeza y por ende la creciente afirmación de que no es una comunidad fundada en la Verdad.

Voy a destacar fragmentos de arttículos que muestran lo controversial de este libro lo que hace dudar de su autenticidad:


La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días acepta el libro de Abraham como libro de Escrituras. Este libro, que es un registro del profeta y patriarca bíblico Abraham, relata cómo Abraham procuró las bendiciones del sacerdocio, rechazó la idolatría de su padre, hizo convenios con Jehová, se casó con Sarai, se mudó a Canaán y a Egipto, y recibió conocimiento acerca de la Creación. El libro de Abraham sigue, en gran medida, la narración bíblica, pero agrega información importante en cuanto a la vida y a las enseñanzas de Abraham.

El libro de Abraham se publicó por primera vez en 1842 y se canonizó como parte de la Perla de Gran Precio en 1880. Este libro procedió de papiros egipcios que José Smith tradujo a partir de 1835. Hubo muchas personas que vieron los papiros, pero no se ha conservado ningún relato de un testigo presencial de la traducción, lo cual hace que sea imposible reconstruir el proceso. Actualmente, solamente existen pequeños fragmentos de los largos rollos de papiros que en su día pertenecieron a José Smith. La relación entre esos fragmentos y el texto que tenemos hoy es mayormente cuestión de conjeturas,

aunque hay ciertas cosas que sí sabemos acerca del proceso de traducción. La palabra traducción suele suponer un conocimiento experto de varios idiomas; si bien José Smith no afirmó ser experto en ninguno, reconoció sin reparos que formaba parte de “lo débil del mundo”, y que fue llamado a hablar palabras enviadas de “los cielos”1. Refiriéndose a la traducción del Libro de Mormón, el Señor dijo: “…no puedes escribir lo que es sagrado a no ser que lo recibas de mí”2. El mismo principio puede aplicarse al libro de Abraham. Para el Señor, no era necesario que José Smith tuviera conocimientos del idioma egipcio; mediante el don y el poder de Dios, José recibió conocimiento acerca de la vida y las enseñanzas de Abraham.

En muchos aspectos, el libro de Abraham coincide con el conocimiento histórico acerca del mundo antiguo3. Parte de este conocimiento, el cual se analiza más adelante en este ensayo, todavía no se había descubierto o era escasamente conocido en 1842; pero incluso esa evidencia de su origen antiguo, por muy sólida que sea, no puede demostrar la veracidad del libro de Abraham, del mismo modo que las pruebas arqueológicas no pueden demostrar el éxodo de los israelitas de Egipto o la resurrección del Hijo de Dios. La calificación del libro de Abraham como libro de Escrituras en definitiva depende de la fe en las verdades salvadoras que se encuentran en el libro, y de las cuales se recibe un testimonio por medio del Espíritu Santo.


(A continuación viene una serie de "interpretaciones" que la Iglesia SUD hace de tal libro y que son conocidas por quienes investigamos la doctrina de esta comunidad)

Origen del libro de Abraham
...... En el verano de 1835, un empresario llamado Michael Chandler llegó a la sede de la Iglesia en Kirtland, Ohio, con cuatro momias y varios rollos de papiros12. Chandler encontró una audiencia interesada. Debido en parte a las hazañas del emperador francés Napoleón, los artefactos antiguos desenterrados en las catacumbas de Egipto habían originado fascinación por todo el mundo occidental13. Chandler sacó partido de ese interés viajando a diferentes ciudades y cobrando dinero a los visitantes que deseaban verlos.

Estos objetos habían sido descubiertos por Antonio Lebolo, antiguo soldado de caballería del ejército italiano. Lebolo, que supervisó algunas de las excavaciones en representación del cónsul general de Francia, retiró 11 momias de una tumba situada no lejos de la antigua ciudad de Tebas. Envió los objetos a Italia, los cuales, tras su muerte, terminaron en Nueva York. En algún momento, las momias y los rollos fueron adquiridos por Chandler14.

Para cuando la colección llegó a Kirtland, casi todo menos cuatro momias y varios rollos de papiro ya se habían vendido. Un grupo de Santos de los Últimos Días de Kirtland compró los objetos restantes para la Iglesia. Una vez que José Smith analizó los papiros y comenzó “la traducción de algunos de los caracteres o jeroglíficos”, según relata su historia, “tuvimos la gran alegría de constatar que uno de los rollos contenía los escritos de Abraham”15.
(Recordemos que arriba se dice que José Smith no era experto en idiomas)

La traducción y el libro de Abraham

José Smith trabajó en la traducción del libro de Abraham durante el verano y el otoño de 1835; para entonces ya había terminado, por lo menos, el primer capítulo y parte del segundo16. Su diario habla más tarde de la traducción de los papiros en la primavera de 1842, una vez que los santos se habían mudado a Nauvoo, Illinois. Los cinco capítulos del libro de Abraham, junto con tres ilustraciones (actualmente conocidas como los facsímiles 1, 2 y 3) fueron publicados en Times and Seasons, el periódico de la Iglesia en Nauvoo, entre marzo y mayo de 184217.

El libro de Abraham fue el último trabajo de traducción de José Smith. En estas traducciones inspiradas, José Smith no afirmó conocer los antiguos idiomas de los registros que estaba traduciendo. De manera muy similar a lo que sucedió con el Libro de Mormón, la traducción del libro de Abraham realizada por José fue registrada utilizando el lenguaje de la Biblia del Rey Santiago. Ése era el tipo de expresión de las Escrituras con el que estaban familiarizados los primeros Santos de los Últimos Días, y su uso era coherente con el modelo del Señor de revelar Sus verdades “según [la] manera de hablar [de Sus siervos], para que alcanzasen conocimiento”18. (para quienes no la conocen, esta es la versión biblica de los SUDs)

Las traducciones de José adoptaron diversas formas. Algunas de sus traducciones, como la del Libro de Mormón, utilizaban antiguos documentos que estaban en su posesión. Otras veces, sus traducciones no se basaban en ningún registro físico conocido. Su traducción de fragmentos de la Biblia, por ejemplo, abarcaba el restablecimiento del texto original, la armonización de contradicciones internas de la Biblia, y comentarios inspirados19.

Existen algunos indicios de que José estudió los caracteres de los papiros egipcios e intentó aprender el idioma egipcio. Su historia indica que, en julio de 1835, se encontraba “dedicado continuamente a traducir un alfabeto para el libro de Abraham, y preparando una gramática del idioma egipcio según la empleaban los antiguos”20. Esta “gramática”, según era conocida, consistía en columnas de caracteres jeroglíficos seguidos de traducciones al inglés registradas en un gran cuaderno por el escriba de José, William W. Phelps. Otro manuscrito de José Smith y Oliver Cowdery contiene caracteres egipcios seguidos de explicaciones21.
(Labor inexplicable y materialmente imposible para quien ni conocía tal lengua ya muerta)

La relación de estos documentos con el libro de Abraham no se conoce plenamente. Ni las reglas ni las traducciones que contiene el libro de gramática corresponden a las que están aceptadas por los egiptólogos hoy día. Fuera cual fuera la función del libro de gramática, parece que José Smith comenzó a traducir fragmentos del libro de Abraham casi inmediatamente después de la compra de los papiros22. (¿Es posible traducir un libro del cual no se conoce la gramática de la lengua de origen?)
Aparentemente, Phelps consideraba que José Smith tenía la habilidad especial de comprender los caracteres egipcios: “
Dado que nadie sabía traducir estos escritos”, le dijo a su esposa, “le fueron presentados al presidente Smith, quien no tardó en saber lo que eran”23.

Los papiros

Cuando los Santos de los Últimos Días abandonaron Nauvoo, los objetos egipcios quedaron allí. La familia de José Smith vendió los papiros y las momias en 1856. Los papiros se dividieron y se vendieron a diversas partes interesadas. Los historiadores consideran que la mayoría de ellos fueron destruidos por el gran incendio de Chicago de 1871. Diez fragmentos de papiro que José Smith tuvo en su poder en algún momento terminaron en el Museo Metropolitano de Arte de la Ciudad de Nueva York24. En 1967, el museo transfirió esos fragmentos a la Iglesia, que, seguidamente, los publicó en la revista de la Iglesia: Improvement Era25.