Cita Iniciado por paloma1 Ver Mensaje
Hola,mi nombre es paloma 1, queria comentar que son 7 los pecados capitales,los que la Biblia condena y son. la soberbia u orgullo,avaricia,lujuria,envidia,gula,ira y pereza.
Pero el pecado original es aquel que llevo a nuestros primeros padres,Adán y Eva a pecar, contrario a lo que se cree,el pecado no consistio en que llegaran a tener relaciones sexuales ya que Dios les habia dado el mandato de que fueran fructiferos y llegaran a ser muchos,por la tanto por eso no fueron castigados.El pecado de ellos fue la desobediencia.
El arbol,del cual la biblia no especifica que fruto daba,representaba la obediencia.
Ellos fueron creados con libre albedrio,asi que tenian que decidir por ellos mismos si obedecerian por amor o no. Dios les advirtio de las consecuencias si desobedecian:"De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho.  Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás”.no estaban en ignorancia,pero usaron mal su libertad de eleccion ya que al desobedecer eligieron decidir para ellos mismos lo que estaba bien o mal.Que aprendemos?,independizarse de Dios no es bueno.Ellos perdieron el favor de Dios.
Asi que por un lado esta el pecado original y por el otro los 7 pecados de los cuales el orgullo fue lo que llevo a pecar a nuestros primeros padres,al no ser humildes y reconocer que el creador sabia lo que era mejor para ellos.Reciban un saludo cordial
En sus últimas revelaciones, el Papa Francisco dijo:

“A través de la humildad, la introspección y la contemplación orante hemos adquirido una nueva comprensión de ciertos dogmas. La iglesia ya no cree en un infierno literal, donde la gente sufre. Esta doctrina es incompatible con el amor infinito de Dios. Dios no es un juez, sino un amigo y un amante de la humanidad. Dios busca no para condenar sino para abrazar. Al igual que la fábula de Adán y Eva, vemos el infierno como un recurso literario. El infierno no es más que una metáfora del alma aislada, que al igual que todas las almas en última instancia, están unidos en amor con Dios.