El agnosticismo no pretende negar a Dios, pero tampoco aceptarlo nada más porque sí.

Simplemente pretendo remarcar lo anterior, así como dejar claro que es muy fácil engañarse acerca de su existencia y características. Por eso existen tantas religiones (miles de ellas), pues la humanidad, en su necesidad de sentirse protegida, acoge cualquier supuesta señal, cualquier inverosímil evidencia, y así engendra dioses de todos colores y sabores.

El agnosticismo no es una religión, si entendemos éstas como un conjunto de creencias pre-fabricadas e institucionalizadas. El agnosticismo es una escuela filosófica sin rectores ni principios establecidos, excepto por las dudas crónicas de la humanidad.

La palabra “agnosticismo” viene del griego “a”, negación; “gnos”, conocimiento. Éste se basa, por lo tanto y exclusivamente, en el reconocimiento de que nada sabemos de Dios ni de sus asuntos. Y éste es, lamentablemente, nuestro punto de partida.

Hay diferentes enfoques del agnosticismo, casi tantos como agnósticos. En principio, su esencia es reconocer la dificultad humana de llegar a responder a las preguntas existenciales (incluyendo la existencia de un Poder superior). Sin embargo, existen otros elementos comunes, mismos que enuncio a continuación.

a) Los agnósticos reconocemos un universo ordenado, regido por leyes (de la física, de la química, de la biología, etc.), cuyo origen podríamos llamar “Principio de Orden”, evitando así la sobadísima palabra “Dios”.

b) No tenemos libros sagrados ni reliquias, excepto aquellos textos consagrados (reconocidos por la comunidad científica), emitidos por universidades, instituciones o científicos serios.

c) No reconocemos intermediarios (sacerdotes) entre el Principio de Orden y nosotros, excepto a aquellas personas cuya inteligencia o trayectoria científica (o filosófica) les brinda autoridad para algunas respuestas profundas a nuestras preguntas existenciales (Darwin, Einstein, Hawkins, etc.)

d) Somos cientifistas, aun sabiendo que la ciencia es lenta y comete errores. Reconocemos el llamado método científico como único camino hacia las respuestas existenciales. Algunos agnósticos reconocen el misticismo como método, pero habría que definirlo puntualmente.

e) Evitamos el antropomorfismo, que considera que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, asignándole a éste características humanas.

f) Evadimos el antropocentrismo, que considera la humanidad como el centro de la creación, y que su planeta, la Tierra, es el punto álgido del universo.

g) Evitamos el antropismo o antropicismo, o sea, el asignarle al Principio de Orden características de comportamiento humano (amor, odio, venganza, simpatía, etc.).

h) No creemos en los templos, pues son una manifestación antropomórfica: el hecho de que el hombre viva en casas no hace que los dioses tengan afectaciones climáticas, o que deban ser adorados, necesariamente, en casas-habitación.

i) No tenemos rituales establecidos (misas, bodas, bautizos, comuniones, etc.) pues no existen libros sagrados o intermediarios que nos digan cómo llegar a Dios o cómo acercarnos al Principio de Orden.

Además de lo anterior, el agnosticismo presenta diferentes matices según el individuo que lo ejerza (los siguientes, hasta donde he observado):

a) Ateísmo-agnosticismo: reconoce los anteriores elementos, pero cuestiona lo del universo regido por un Principio de Orden

b) Escepticismo: sin negar los anteriores elementos, parte de la base de que es absurdo intentar responder a las preguntas existenciales, dado que el hombre no está capacitado para llegar a respuestas.

c) Agnosticismo puro: reconoce los anteriores elementos tal como están descritos.

d) Agnosticismo-creyente: se manifiesta optimista sobre la existencia del Principio de Orden.

Personalmente me considero agnóstico-creyente. Estoy seguro de que el universo está de alguna manera regido, aunque jamás llegaremos a saber por qué, por quién, ni de qué manera, así que no veo razones para adorar o entregarme a algo de lo que jamás estaré seguro.

Por lo pronto, mi método de acercamiento a la búsqueda del Principio de Orden está basado en la lógica racional, científica, y no en la magia ni en la mística, ni tampoco en el simple hecho de creer lo que otros me dicen.