“En busca de la escobilla perdida” (Relato épico en tres actos)

“Mucho bonito y barato” es la frase que más oí por aquel país norafricano con vistas al mar por un lado y al desierto por el otro. Y el calor sofocante no te dejaba descanso en el beber. Con ello la vejiga tiende a llenarse, y consecuentemente hay que buscar lugar apropiado para vaciarla.

El nombre del bar era “Alamut”, cuasi propio de “las mil y una noches”, más solo entrar en él se convertía el sueño en pesadilla.
Afortunadamente estaba vacío, a excepción de su dueño y un cliente. Tampoco me fijé mucho en ellos y fui directamente hacia el aseo.
El cartel lo dejaba claro: “Cerrado”. Maldita sea mi suerte.

Mi dirigí hacia el barman para que me abriera la barrera por urgente necesidad. Más no dijo ni palabra.
El cliente, que resultó ser más locuaz dijo:

- Rahid no puede de habliarle siri, perdió la lengua en una apuesta.
- ¿Perdió?.
- No siri, ganó. Tendría que ver como quedó el otro.
- Estupendo, comuníquele entonces que quiero entrar a su aseo, se lo pagaré bien.
- Imposible siri. Rahid no abrirá su inmaculado aposento hasta que no le sea devuelta su espléndida escobilla de water que compró con el sudor de su frente y el esfuerzo de su trabajo. Incluso grabó en su mango las rúbricas de su sacro santurum: “Alamut”.


Y así comenzó mi búsqueda, la de “En busca de la escobilla perdida”...