Me lo advirtieron, sí, muchas veces: "¡No puedes darte el lujo de golpearte!, porque (...) Así que, es mejor que vigiles tus movimientos. Entiéndelo, eres de cristal...", y, ahí voy, y me tropiezo.
¡Fue un accidente! No puedo estar consciente de todos mis movimentos.
Me quejo de mi torpeza.
Carajo...