Bien, bien. Y el buen hombre, dentista como mi mamá, se quedó con lo que se le cantó el forro de los quimbos. Lo cual demuestra, como siempre, que los principios tienen sentido, si tienen finales.
Bien, bien. Y el buen hombre, dentista como mi mamá, se quedó con lo que se le cantó el forro de los quimbos. Lo cual demuestra, como siempre, que los principios tienen sentido, si tienen finales.