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KIMO
Un matrimonio honorable es un matrimonio legal
Aunque fue Jehová quien originó el matrimonio, es apropiado que los gobiernos humanos ejerzan cierto control sobre la manera en que se lleva a cabo. A este respecto, Jesús dijo: “Paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios” (Marcos 12:17).
Del mismo modo, el apóstol Pablo instó a los cristianos: “Toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores, porque no hay autoridad a no ser por Dios; las autoridades que existen están colocadas por Dios en sus posiciones relativas” (Romanos 13:1; Tito 3:1).
En la mayoría de los países, el César es decir, la autoridad civil— determina quiénes cumplen los requisitos para contraer matrimonio. Por lo tanto, cuando dos cristianos que están bíblicamente libres para casarse deciden dar ese paso, cumplen al pie de la letra las leyes locales.
Hacerlo suele exigir que se obtenga una licencia, que quien oficie la boda esté autorizado por el gobierno o que se registre debidamente la unión. Cabe mencionar que, cuando César Augusto ordenó que se efectuara cierta “inscripción”, María y José obedecieron aquel mandato y viajaron a Belén “para inscribirse” (Lucas 2:1-5).