La separación de la familia

“La separación de las familias es muy importante porque si no, no consigues a la persona”, subraya sobre los modos de reclutamiento Daniel, que asegura que formó parte durante dos décadas de Tradición, Familia y Propiedad (TFP), el germen del que nacieron los Heraldos del Evangelio. En esa misma línea se pronuncia uno de sus ex compañeros de militancia, Roberto Vega, que formó parte de la rama española de este colectivo tradicionalista entre 1986 y 2000. “Veíamos a la familia como algo que nos apartaba del camino de la santidad y de la virtud. Hay una similitud con las órdenes religiosas que se entregaban a Dios”, indica Vega.

Esta desvinculación es advertida en los estudios académicos que se han realizado en Latinoamérica sobre el funcionamiento de TFP. Elena Scirica, historiadora y profesora en la Universidad de Buenos Aires (Argentina), explica a elDiario.es que el ingreso en la delegación argentina de esta organización “suponía una ruptura con la familia biológica” porque “era vista como un espacio de perdición y descarrilamiento”.

En su día a día los miembros de esta asociación van ataviados con unas túnicas con capucha y una gran cruz de Santiago roja y blanca impresa en la parte delantera, botas altas y una cadena en la cintura. Los Heraldos nacieron de la ruptura de la asociación anticomunista y tradicionalista TFP después de la muerte de su fundador, el político brasileño Plinio Corrêa de Oliveira, en 1995. Su secretario, João Scognamiglio Clá, impulsó esta nueva congregación, ya con un un objetivo religioso. Hasta entonces, la TFP había mantenido un marcado carácter político.

En España los seguidores de Corrêa de Oliveira impulsaron TFP-Covadonga. Este colectivo editó varios libros, entre ellos, Medio Siglo de Epopeya Anticomunista, publicado en 1983, en el que lamentaban “el silencio desconcertante, inexplicable y trágico del Concilio Vaticano II respecto al comunismo”. En ese documento apuntaron que “a la Jerarquía de la Iglesia eclesiástica le compete” ser “eminentemente anticomunista” e “instruir y formar a los fieles contra el comunismo”.

El Vaticano exigió hace unos meses a esta congregación que los menores a su cargo regresasen con sus familias, según publicó Religión Digital. Se tomó esta decisión “a la luz de las informaciones recibidas por la Sede Apostólica” enviadas por progenitores de niños y jóvenes “insertos en la órbita de la asociación Heraldos del Evangelio, en las que se lamenta que las familias de origen son, la mayoría de las veces, excluidas de la vida de sus hijos, y que el contacto con los padres no está suficientemente garantizado”. El letrado de los Heraldos asegura que esta decisión “ha sido revocada”. “Las acusaciones que hemos tenido han sido desestimadas porque eran falsas”, explicó a esta redacción un portavoz de la organización hace dos semanas.

El representante legal de la asociación asegura que en España “cuidan que todo se haga de acuerdo a Derecho” y añade que actualmente no hay ninguna denuncia contra la organización en Fiscalía de Menores. Sobre las incursiones en centros educativos, el abogado destaca que los Heraldos “a nivel internacional tienen un programa” con el que “actúan en centros públicos y privados, siempre que el director lo autorice”. Por su parte, en nuestro país mantienen colaboraciones con parroquias.


Investigados por Roma

Los Heraldos del Evangelio están reconocidos como una asociación internacional de fieles por el Vaticano. Fue el Papa Juan Pablo II el que aprobó su reconocimiento en 2001. En 2019 el Papa Francisco tomó la decisión de colocar a un “comisario pontificio” para que tomase las riendas de esa institución, que llevaba desde 2007 investigada por presuntas irregularidades en su gestión y en la vida de algunos de sus integrantes.

El comunicado del Vaticano en el que se anunciaba la intervención apuntó a abusos de poder y de conciencia, tal y como informó Alfa y Omega. El anuncio de Roma coincidió con la difusión de videos de reuniones de miembros de la organización en los que algunos relataban diálogos con el demonio durante exorcismos realizados invocando al fundador del grupo y en los que también había referencias al poder del demonio sobre el Vaticano.

En un comunicado firmado por el asesor legal del comisario, facilitado a esta redacción por un portavoz de los Heraldos, se expone que la intervención de Roma “no significa un procedimiento punitivo, como ya ha declarado la Santa Sede, sino sólo una ayuda de la Iglesia con miras a mejorar la madurez institucional de la asociación”. “Los Heraldos del Evangelio –como no podía dejar de ser– reiteran su adhesión al Papa, a la doctrina católica y manifiestan su obediencia al comisario pontificio Cardenal Raymundo Damasceno de Asís con el cual mantienen una excelente relación”, añaden en la nota de prensa.

España es uno de los países en los que esta asociación religiosa tiene presencia. En nuestro país llevan más de dos décadas implantados, según apunta un portavoz de esta congregación a elDiario.es, y en la localidad madrileña de Sevilla la Nueva pretenden crear un macrocomplejo de 12.900 metros cuadrados. A pesar de que la zona es un espacio verde protegido, buscan levantar una iglesia, una hospedería y un monasterio en una parcela de su propiedad que se extiende a lo largo de 200.000 metros cuadrados.

Catorce años después de haber abandonado la organización, para Ulriksen la separación de sus padres continúa siendo una de las experiencias más desgarradoras que vivió en los Heraldos. “Mirando atrás, te podría decir que es lo que más puede dañar a una persona. Tus papás siempre te apoyaron, siempre estuvieron ahí e hicieron lo imposible. Saliste y te apoyaron. Y resulta que tú eras tan cretino, miserable e indolente, que eras capaz de ignorarlos y tirarlos al infierno sin mayor preocupación”, apunta emocionado.

“En ese sentido fui víctima y victimario”. De esta forma, Ulriksen reconoce que mientras fue miembro de los Heraldos puso en práctica las técnicas aprendidas. “Todo se justificaba por el bien de la obra de los Heraldos”, indica. Él asumió la tesis. “Matas a tus padres en tu interior. No los agredes físicamente, pero eliminas la autoridad natural que ellos tienen en ti. Estás dispuesto a ignorar su solicitud de auxilio”, rememora. Para llegar a ese objetivo hay un trabajo previo desde la entrada en la organización.

“Se nos prepara mentalmente y físicamente para desapegarnos de los padres porque podría costar perder la vocación, ser un mediocre en la vida espiritual e incluso, podría ser motivo para no merecer llegar vivo a la nueva era histórica católica que los Heraldos profetizan llegará después de una gran purga divina en la humanidad”, indica el ex miembro chileno.

Acercamiento de los Heraldos en Asturias

Antes de llegar a ese punto, la organización se tiene que ganar a los padres de los miembros menores porque necesita su autorización para que los jóvenes puedan viajar o participar en excursiones. El padre de Víctor, que se llama igual que su hijo, asegura que los Heraldos les “fueron lavando la cabeza”. “Venían de vez en cuando a casa. Ellos lo tenían todo muy trabajado: pico y pala”, indica el progenitor

“El acercamiento fue muy gradual”, rememora Víctor hijo. En esos primeros contactos que mantuvo él y su familia con los Heraldos, los miembros de esta organización no acudieron vestidos con sus características prendas medievales. “Iban con un jersey, una camisa y un medallón. Ya les notas algo diferente porque van vestidos como señores mayores”, recuerda.

Pasaron los meses y este joven continuó asistiendo a las clases de canto. A esa agenda se sumaron excursiones de fines de semana. Aquí ya se fueron produciendo las primeras bajas. “Muchos padres se dieron cuenta y sacaron a los chavales. El primer finde que nos llevaron a una casa, la madre de uno de mis amigos le dijo que no volvía más”, apunta. Víctor se quedó. “Continué con un campamento en Portugal y ahí empecé a ver algunos hábitos. Al año siguiente seguí yendo al coro y los fines de semana. Y luego, otro campamento más, en Andalucía”, destaca.

Sin embargo, no fue hasta el verano siguiente cuando se produjo la incursión con la esencia de los Heraldos en un viaje de dos meses a Brasil. Ahí, ya con 16 años, conoció la rutina de los miembros de esta organización, marcada por el Ordo de costumbres, un libro que pauta el comportamiento de los miembros de este colectivo y que dirige desde el corte de uñas a las relaciones con el sexo opuesto.

Como desveló elDiario.es, este manual describe a sus miembros, incluidos menores, como esclavos y a sus habitaciones como celdas. “Había inspecciones periódicas para comprobar cómo teníamos la habitación, la ropa e incluso, a veces, las uñas”, apunta Víctor. El manual que rige la vida de los Heraldos detalla algunas indicaciones para guardar la castidad, como no mantener relaciones con personas del sexo opuesto a solas y no realizar actividades en soledad. Si un seguidor de este grupo sale del domicilio común para realizar cualquier desplazamiento el superior debe asignarle un acompañante.