Cita Iniciado por Loma_P Ver Mensaje
Lo que hace el desconocimiento.

En los años 60 del siglo XX nace la neurociencia como un estudio interdisciplinar.


Época moderna


A partir de la década de los 60 del siglo pasado se dieron pasos agigantados en el estudio del cerebro, debido en gran medida a los avances tecnológicos. Por ejemplo, se desarrollaron escáneres que permitieron saber cómo es y cómo funciona este órgano. En años posteriores las investigaciones sobre él fueron enfocadas a la cognición humana (aprendizaje, memoria, percepción, etc.).

Como parte de este recorrido es posible establecer tres etapas: en la primera, que comprende hasta mediados de los 80, domina la metáfora del cerebro como un ordenador computacional; la segunda es la del conexionismo (modelos de redes neurales), en los años 80; y la tercera se ubica en los 90, época conocida como la década del cerebro.

La década del cerebro se caracterizó por la mezcla de diversas ramas del conocimiento, cada una con un interés en particular respecto a alteraciones neurológicas como Parkinson, Alzheimer, neurofibromatosis, entre otras. Así, fue posible implicar al sector político y social en la investigación neurocientífica, desarrollar sistemas de inversión federales y concienciar a la opinión pública sobre la importancia de las enfermedades neurológicas.


Desafíos

La neurociencia está actualmente entre las disciplinas más dinámicas de la biología moderna. Hasta el momento se ha logrado un avance notable en el conocimiento sobre el funcionamiento del sistema nervioso en condiciones normales o patológicas. Los investigadores han entrado en una especie de debate por saber cuál es el desafío más grande de las neurociencias, desafíos entre los que podemos mencionar:

a) Saber cómo se crean los pensamientos, qué origina la toma de decisiones que generan acciones particulares.

b) Comprender de manera eficaz las funciones normales del cerebro, para atender los desórdenes cerebrales que tienen impacto en la sociedad.

c) Desarrollar métodos que mantengan la integridad física y funcional de las células cerebrales.

d) Hallar substancias que permitan la regeneración de células dañadas.

Esta lista podría extenderse en demasía.. Lo cierto es que entre más conocimiento se tenga sobre nuestro cerebro, estaremos más cerca de conocer una parte significativa de nuestra existencia.
En vez de ser extremadamente autosuficiente y competitivo y estar orgulloso de mis habilidades científicas, se las agradezco a Dios. Además, ya no atribuyo indebidamente los asombrosos diseños de la creación al ciego azar, sino que, al igual que otros muchos científicos, me pregunto: ¿Cómo hizo Dios esto?.