Para Enrique Gil Calvo, sociólogo y catedrático en la Universidad Complutense de Madrid, el descenso del número de creyentes en la población joven se debe a un proceso de secularización como resultado de la modernización, la escolarización y la emancipación femenina. “Los jóvenes de hoy son menos religiosos que los de ayer pero más religiosos que los de mañana. La religión es incompatible con la racionalidad científica. Por lo tanto, como las nuevas generaciones están cada vez más formadas, con estudios superiores, aumenta el nivel general de racionalismo científico, y en consecuencia disminuyen los residuos premodernos de superstición religiosa”, argumenta.

María Lara, historiadora y antropóloga, destaca que, a lo largo de la historia, el miedo y la incertidumbre han sido dos de los factores que más han contribuido a situar la religión en la cumbre de la escala de valores de los humanos. “Si tú, entre los 14 y los 24 años, estás estudiando y tienes los gastos pagados por tus padres, no tienes preocupaciones. Ante esta escasez de incertidumbre, hay menos necesidad de recurrir a la religión”, asegura.