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DOS FALSEDADES EN TORNO AL CONCILIO DE NICEA DE 325: LAS ACTAS Y LOS PROCEDIMIENTOS VERBALES
GONZALO FERNÁNDEZ
Universidad de Valencia
El Concilio Niceno emite tres do¬cumentos oficiales. Uno es la profesión de fe que a partir del siglo V recibe el nombre de Símbolo de Nicea. Esta ex¬posición de creencias se escribe origi¬nariamente en griego. La noticia más antigua sobre su existencia se halla en la epístola que Eusebio de Cesarea dirige a los fieles de su iglesia (1934 OPITZ 22). Asimismo la transmiten es¬critores más tardíos: Teodoreto de Ciro (Historia Eclesiástica I, 9), Sócrates el Escolástico (Historia Eclesiástica I, 9) y Gelasio de Cízico (Historia Eclesiástica II, 34). Los cánones del Concilio suponen el segundo documen¬to (1907 HEFELE - LECLERCQ I - 1 503 - 528). El tercer documento viene dado por la carta sinodal recogida en los precitados pasajes de Teodoreto de Ciro, Sócrates el Escolástico y Gelasio de Cízico.
Igualmente varias cartas del em¬perador Constantino I el Grande se relacionan con el Sínodo Niceno. Las dos primeras se dirigen a la iglesia de Alejandría y a las diócesis que si¬guen la práctica pascual judía pues este asunto se trata durante las se¬siones del Concilio (EUSEBIO DE CESAREA, Vida del emperador Constantino III, 17, TEODORETO DE CIRO, Historia Eclesiástica I, 10, SÓCRATES EL ESCOLÁSTICO, Historia Eclesiástica I, 9 y GELASIO DE CÍZICO, Historia Eclesiástica II, 37). Constantino destina la tercera misiva a los cristianos de Alejandría. Allí narra las decisiones del Sínodo respecto a Arrio y el castigo de exi¬lio que el augusto impone a Eusebio de Nicomedia y Teognis de Nicea (SÓCRATES EL ESCOLÁSTICO, Historia Eclesiástica I, 9 y GELASIO DE CÍZICO, Historia Eclesiástica II, 37 y apéndice al libro III).
Un nuevo problema viene dado por la supuesta existencia de las actas del Concilio de Nicea. En el prefacio de la colección arábiga de los cánones ni¬cenos se dice que las actas del Sínodo llenan más de 40 volúmenes repartidos por el mundo entero (1901 MANSI 1.062). En las sesiones del Concilio de Florencia - Ferrara de 1439 - 1441 men¬ciona aquellas actas uno de los oradores latinos conocido por el Pseudo-Isidoro (1715 HARDOUIN I, 6 y IX, 235). Por último el Papa Gregorio X escribe una carta al rey y al katholikos de Armenia. En su contenido les comunica que le han llegado noticias de la existencia en aquel Reino de una colección de cá¬nones de Nicea y les pide un ejemplar (1907 HEFELE - LECLERCQ I - 1 390 - 391).
Sin embargo creo que esas actas no existen. Atanasio de Alejandría (Sobre los decretos del Sínodo de Nicea 2) las desconoce. Este obispo dice a un amigo deseoso de saber lo acaecido en Nicea que ha de fiarse en su relato oral. El segundo argumento estriba en que nunca se mencionan a lo largo de la controversia arriana del siglo IV. Las citas occidentales del Concilio de Florencia - Ferrara a las pretendidas actas del Concilio de Nicea parten de dos falsificaciones del siglo V. Se titulan Epístola de Atanasio y los obispos egipcios al Papa Marco pidiendo ejemplares del Concilio Niceno que los arria¬nos habían incendiado (Patrología Griega 28, columna 1.445) y la res¬puesta del Papa Marco que se titula Rescripto del Papa Marco sobre la petición de los capítulos de Nicea por Atanasio y todos los obispos de los egipcios (Patrología Griega 28, columna 1.447). Según estos docu¬mentos Atanasio había pedido al Papa Marcos copia de las actas de Nicea dado que las conservadas en su iglesia de Alejandría fueron quemadas por los arrianos. Ambas noticias son apócri¬fas. Se explican por una tentativa de desprestigiar a la sede de Alejandría tras el Concilio de Calcedonia de 454 que explica el nacimiento de la iglesia monofisita egipcia.
No puede aceptarse la validez del testimonio que aporta el redactor árabe de los cánones de Nicea por depender de fuentes griegas y mostrar una ab¬soluta carencia de sentido crítico. El redactor árabe de los cánones nicenos coloca todo el corpus canónico orien¬tal desde 325 hasta la época contem¬poránea de Mahoma bajo el epígrafe común de Nicea. Lo demuestra que los cánones 38, 39 y 42 de esta colec¬ción den a Seleucia el nombre árabe de Almodajen (1713 RENAUDOT 73). Con el tiempo se otorga a esta recopi¬lación arábiga de una fase muy amplia del Derecho Canónico Oriental la deno¬minación errada y genérica de actas del Concilio de Nicea.
El libro segundo de la Historia Eclesiástica de Gelasio de Cízico con¬tiene unos documentos que su autor afirma haber tomado de un predecesor suyo al frente del obispado de Cízico llamado Dalmacio a los que denomina procedimientos verbales. Éstos son el discurso de apertura del Concilio de Nicea por Constantino (capítulo 7), la profesión de fe que Osio de Córdoba expone (capítulo 12) y un diálogo entre algunos sinodales de Nicea y el filósofo pagano Fedón en torno a la Encarnación de Cristo entendido a manera de Verbo Encarnado y a la consustancialidad de las Tres Personas Divinas (capítulos 14 - 24). Los antedichos sinodales de Nicea son Osio de Córdoba, Eustacio de Antioquía, Leoncio de Cesarea de Capadocia, Eupsiquio de Tiana, Eusebio de Cesarea de Palestina y Protógenes de Sárdica.
Si se estudian estas noticias de Gelasio de Cízico se observan contra¬dicciones con las fuentes más próximas al año 325. La primera atañe al discurso de apertura de Constantino en el capí¬tulo 7. El emperador glorifica a Cristo por sus milagros y a la Iglesia mientras que ataca al paganismo por la idolatría. También anima a los conciliares a ajus¬tar sus decisiones a las enseñanzas de la Biblia. Si se compara este testimonio con el discurso que Eusebio de Cesarea (Vida del emperador Constantino III, 12) y Teodoreto de Ciro (Historia Eclesiástica I, 7) Constantino sólo alu¬de a su deseo de que se conserve la paz dentro de la Iglesia.
El tema apologético de la glorifi¬cación de Cristo por los milagros sólo se inicia con el estallido de la querella apolinarista en la segunda mitad del si¬glo IV.
El segundo procedimiento ver¬bal es la profesión de fe de Osio de Córdoba (capítulo 12) donde enseña la única ousía (sustancia) del Padre, Hijo y Espíritu Santo al lado de la fal¬ta de distinción o separación de hipós¬tasis dentro de la Trinidad. Ese credo no es auténtico. ¿Cómo es entonces posible que los Padres de Nicea ni si¬quiera citen la consustancialidad del Espíritu Santo en caso de ser postulada por Osio? El presunto credo de Osio es obra de los sucesores de Marcelo de Ancyra quienes resisten la política de fusión religiosa impuesta por Basilio de Cesarea (Epístola 100). Aquellos falsi¬ficadores son monarquianos que buscan dos objetivos: criticar la teoría de las hipóstasis preconizada en Capadocia por Basilio de Cesarea y rehabilitar la memoria de Osio tras su firma de la fórmula sirmiense de 357 dada la animosidad a los excesos del pensa¬miento helenístico que comparten Osio de Córdoba, Eustacio de Antioquía, Marcelo de Ancyra y Julio de Roma (1940 GERICKE 3 y 19).
En la disputa de los Padres de Nicea contra el filósofo pagano Fedón (capítu¬los 14 - 24) aparecen varias incongruen¬cias. Con el antropónimo Fedón puede aludirse a toda la filosofía platónica. A comienzos del siglo IV no existe una enemiga tan declarada entre el plato¬nismo y el cristianismo como la que se observa en el siglo siguiente. Muchos origenistas que acuden a Nicea admiten que muchos aspectos del platonismo no son incompatibles con la religión cris¬tiana. Incluso se aprecian influjos plató¬nicos en el Discurso a la asamblea de los santos que Constantino pronuncia en la Pascua de Resurrección de 325 (1974 MAZZARINO 99). En sus frag¬mentos 3 - 10 el emperador interpreta las naturalezas del Padre y el Hijo ba¬sándose en Numenio de Apamea y en el Timeo de Platón. Gelasio de Cízico escribe su Historia Eclesiástica ha¬cia 475. En aquellos años el platonis¬mo pagano ya adopta una actitud muy beligerante contra los cristianos. En 484 el filósofo platónico Panprepio de Panópolis anima a las poblaciones occidentales de Asia Menor a unirse a la rebelión que el isaurio Illo promue¬ve contra el emperador Zenón (JUAN DE ÉFESO, Historia Eclesiástica en Patrología Oriental 18, columna 681).
(Continúa)