Contradicciones evangélicas relacionadas con Jesús

2.3. Contradicciones evangélicas relacionadas con Jesús.

2.3.1. En los evangelios se argumenta que Jesús fue hijo de Dios porque fue hijo de José, pero a la vez se niega que Jesús fuera hijo de José.

Se trata de otro ejemplo de contradicción, de ésas a las que los dirigentes católicos llaman “misterios”.

Dice el evangelio atribuido a Mateo que Jesús era hijo de Dios porque, tras analizar su ascendencia de manera exhaustiva, pudo concluir en que ésta, comenzando por José, el esposo de María, se remontaba hasta Abraham. Aunque el argumento no era concluyente por cerrar las bases argumentativas en Abraham, parece fácil suponer que quien lo escribió utilizó como premisa implícita la de que Abraham era hijo de Adán y como Adán era hijo de Dios, Jesús era hijo de Dios. De manera que Jesús era hijo de Dios porque era hijo de José. Así lo dice –o parece decirlo- este evangelio, que, tras enumerar a toda una serie de descendientes de Abraham, finalmente dice:

“Y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Mesías”1.

Lo curioso del caso es que, después de haberse servido de José para demostrar que Jesús era hijo de Dios, casi a continuación en este mismo evangelio se diga que María

“había concebido por la acción del Espíritu Santo”2.

Así que, si lo que quería quien escribió este relato era demostrar que Jesús era hijo de Dios, podía haberse ahorrado esta contradicción de afirmar primero y de negar después que Jesús fuera hijo de José, quedándose o bien con el argumento de que Jesús era hijo de Dios porque su ascendencia, pasando por José, se remontaba hasta Abra-ham, y éste era descendiente de Adán, el cual era hijo de Dios, o bien con el de que era hijo de María, que le había concebido “por la acción del Espíritu Santo”. Así que lo más grave de este planteamiento es precisamente que la afirmación simultánea de esos dos argumentos determina la aparición de una nueva contradicción, ya que cada uno de ellos es incompatible con el otro. Es decir, si Jesús era hijo de Dios por ser hijo de José, que era hijo de Abraham, que era hijo de Dios, entonces no tenía sentido considerar que fuera hijo de Dios porque María lo hubiera concebido por obra del Espíritu Santo, mientras que, si era hijo de Dios por este último motivo, entonces no tenía sentido devaluar “la labor” del Espíritu Santo, añadiendo a ella la que se relacionaba con su ascendencia hasta Abraham a partir de la línea “paterna” representada por José. Además, mediante esta última demostración, todos seríamos tan hijos de Dios o más que el propio Jesús.

El evangelio atribuido a Lucas incurre en la misma contradicción en cuanto, por una parte, afirma que Jesús fue concebido por obra del Espíritu Santo y, por otra, lo considera igualmente como si fuera hijo de José y en la exposición de su genealogía se remonta desde José hasta Dios.

En efecto, por lo que se refiere a la primera tesis y según dice este evangelio, el ángel Gabriel le dice a María que concebirá a un hijo y ella le responde:

“¿Cómo será esto, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?”3.

Y entonces Gabriel le responde:

“El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que va a nacer será santo y se llamará Hijo de Dios”4.

Pero, por otra parte, el escritor de ese relato dice que Jesús “en opinión de la gente era hijo de José” y, según parece, concedió una importancia especial a esta opinión de “la gente”, pues a continuación y tomándola en cuenta, enumera la ascendencia de Jesús a partir de José, para remontarse en esta ocasión hasta el mismo Adán, que era hijo de Dios, por lo que Jesús también lo era. En efecto, escribe en este sentido:

“en opinión de la gente, [Jesús] era hijo de José. Estos eran sus ascendientes: Helí, Matat, Leví […] Set, Adán, y Dios”5.

Pero, ¡oh, curioso y anecdótico misterio!, a pesar de que, según los dirigentes católicos, los evangelios están inspirados por el mismo Dios, ninguno de los diez ascendientes más próximos a José que aparecen en la lista de Lucas coincide con los de la del evangelio de Mateo.

Por su parte, el evangelio atribuido a Marcos no dice nada relacionado con el nacimiento ni con la ascendencia de Jesús: Simplemente afirma que era “Hijo de Dios”6. Y el evangelio de Juan tampoco dice nada acerca de los orígenes de Jesús.

Parece que Mateo y Lucas –o quienes escribieron los evangelios que se les atribuyen- estaban tan interesados en demostrar que Jesús era el Hijo de Dios que, con tal de acumular pruebas, no les importó contradecirse –cada uno en su propio escrito-, afirmando la paternidad de José respecto a Jesús cuando quisieron utilizar el argumento basado en la ascendencia humana de Jesús para llegar hasta el propio Dios, y negando de forma implícita tal paternidad cuando quisieron utilizar el argumento de que Jesús fue engendrado directamente por el Espíritu Santo.

Por otra parte, la prueba basada en la ascendencia de Jesús resulta extremadamente machista en cuanto ni a Mateo ni a Lucas se les ocurrió buscar los ascendientes de Jesús por línea materna sino sólo por la paterna. Pero, ¿qué importancia podía tener esa línea paterna si José no hubiera sido realmente el padre de Jesús? Además, si lo hubiera sido y si para considerar a Jesús hijo de Dios tenían que remontarse hasta Adán, como hace Lucas, en tal caso nos encontraríamos ante una estúpida redundancia, en cuanto si la Biblia considera que toda la Humanidad desciende de Adán,

1) sería innecesario buscar ninguna línea de ascendientes para llegar hasta Adán;

2) todos los seres humanos podrían considerarse hijos de Dios en la misma medida que el propio Jesús, en cuanto todos serían descendientes de Adán, aunque desconocieran la línea ascendente que les llevase hasta él; y

3) teniendo en cuenta la genealogía de Jesús, los judíos y los testigos de Jehová podrían tener razón en calcular que el mundo fue creado hace menos de 6.000 años, y, por ello, sería lógico y coherente con sus planteamientos que negasen el largo proceso temporal que implica la teoría evolucionista. Así que una de dos: O bien la teoría del evolucionismo es falsa o bien son falsos los evangelios de Mateo y de Lucas cuando consideran que el mundo sólo tendría un pasado de 5.800 años aproximadamente. Por ello, quienes consideren que la teoría evolucionista es verdadera, tendrían que negar el valor de estos evangelios y quienes consideren que estos evangelios son verdaderos tendrían que negar el valor del evolucionismo. Pero que nadie se preocupe: Todo esto sólo será así en cuanto se acepte el valor del principio de contradicción en lugar de aceptar los misterios que los dirigentes católicos proclaman para ser creídos y no razonados, en cuanto ¡tales misterios están por encima de dicho principio!