Delirio místico y ¿crimen?

En la historia criminal reciente hubo casos que evocaron todo lo espeluznante que rodea al sacrificio humano en un contexto de supuesta alucinación. ¿Puede ese cuadro ser la causa de tan tremendo acto?

El delirio místico es un tipo de paranoia "donde el contenido es de corte religioso o está relacionado con los dioses", dijo a Infobae el médico psiquiatra Hugo Marietán. "La persona está absolutamente compenetrada en la temática religiosa sobre todas las cosas y adapta su conducta al delirio. Y es absolutamente refractario a toda argumentación en contra de ese delirio porque es una expresión grave de la coordinación psíquica de la persona", explicó.


Cuando esto sucede el cerebro se desorganiza y se puede producir una perturbación en los pensamientos y las acciones. En esos casos, la medicación y el apoyo terapéutico ayudan a que la persona se recupere. Pero, ese cuadro delirante aparentemente no agresivo ¿puede agravarse al punto de que la persona cometa un crimen? El especialista aseguró que no, porque la persona que lo padece no llega más que a expresar intensiones religiosas. Distinto es el caso de la esquizofrenia que es otra entidad psiquiátrica, donde el que mata es un psicópata. En la historia criminológica argentina hubo casos escalofriantes en los que el delirio y el ataque desenfrenado se mezcló con "voces en la mente" y extraños "mandatos" de matar.

El crimen de Carolina Aló fue uno de los casos policiales que más conmocionó a la sociedad y que aún lo sigue haciendo. Fabián Tablado asesinó a quien fuera su novia el 27 de mayo de 1996. Durante el juicio él mismo dijo que todo fue fruto de "una compulsa satánica" y que "fue la mano de Dios la que me trajo hasta aquí". También se justificó diciendo que escuchaba voces que lo obligaban a cumplir "una misión" y se apoderó de él cierta idea dominante que lo llevó a matar.


Según los peritos, ese "trance" lo empezó a afectar mucho antes de terminar con la vida de Carolina. Los investigadores encontraron en la escena del crimen un cuaderno con dibujos escalofriantes. Uno de ellos era el de una mujer que yacía boca arriba y con heridas similares a las que presentó el cuerpo de Carolina. "Estaba bajo los efectos de un delirio místico con características persecutorias", dijo la psicóloga Doris Saslavsky al analizar la personalidad de Tablado luego de que se supiera que iba a contraer matrimonio con una maestra de 23 años que lo visitaba en la cárcel.

Tablado fue condenado a 24 años de prisión por homicidio simple -la saña con la que actuó no representó un agravante para el Tribunal que consideró que tenía "inestabilidad emocional".

"Jésica era el diablo, pero ya la maté"

"Yo soy Dios, vengo a traer paz, pero el demonio me lo impedía", fueron las escalofriantes palabras de Darío S. a Nancy, su ex esposa, el 26 de julio de 2010, luego de degollar a Jésica Leonela Duré Simón, la mujer con la que vivía. Los detalles que se conocieron luego fueron aterradores.


Darío tenía 47 años y Jésica 22. Tras el crimen, sus familiares declararon que "era un buen hombre", pero que solía decir que se comunicaba con Dios, que hablaba con los ángeles, que era portador de "una misión divina" y que veía en su mujer al "diablo". Pese a ello, nadie pensó en el horrendo desenlace de esa historia. La mañana anterior al crimen, Darío había dicho a sus hijas: "Muy probablemente el diablo intentará matarme".


Luego de escuchar tamaña confesión, Nancy y sus hijas corrieron a la comisaría para denunciarlo. La investigación reveló que la pareja participaba de una secta y solía prender fuego a todos los objetos negros que veían porque "era el color del demonio". Prendían velas de colores y hablaban de maldiciones. Pero esto no era nada en comparación con la escena con la que los policías se encontraron: en el suelo del comedor yacían un gato blanco, un loro y un pájaro degollados. Había velas encendidas por toda la casa y recipientes con cenizas o algún polvo. El cuerpo de Jésica estaba recubierto de sangre, mitad en la cama y mitad apoyado en el suelo.


Darío fue detenido sin poner resistencia mientras decía frases incoherentes. Fue declarado inimputable por una junta médica que determinó que sufrió una "descompensación psicótica, discurso delirante con contenido paranoide y místico". Pese a ello, la jueza ordenó procesarlo por homicidio simple y trasladarlo a la colonia Psiquiátrica de Oliveros.