El Pueblo Judío se creyó superior al resto de pueblos. Y al final, esa creencia le ha llevado al borde de desaparecer.

El imperio romano destruyó su templo, su capital y les dispersó por el mundo.

Por si esto era poco, los cristianos se apoderaron de sus creencias y libros sagrados y fundaron una nueva religión que sustituía a la suya. El tal Jehová era sustituido por un tal Jesucristo.

Pagaron su orgullo. Nunca fueron el pueblo elegido. Y sus profetas, en los días que vivimos, estarían en un manicomio, en lugar de estar dando el coñazo al rey de turno.

Espero ir demostrando (en días sucesivos) las componendas que usaron los evangelistas para ir ajustando lo dicho en el AT para que pareciera dicho pensando en Jesús.