Saludos, paz y bendiciones en nombre de Ieshu el Ungido, Hijo de Dios, a mis hermanos, a los incrédulos y a los que dudan.

La gran cantidad de mentira que ha rodeado a los niños, durante muchos años, puede ser uno de los principales motivos para que cuando vayan creciendo y comprobando la existencia o no de algo, lleguen a dudar de todo o a no creer en nada que escape de su círculo de control (de lo que pueden comprobar a placer o con facilidad empleando sus limitados cerebros y sentidos humanos).

Muchos niños crecen creyendo en personajes ficticios, y cuando llegan a cierta edad se dan cuenta que hubo un autor de dichos personajes. Pueden conseguir evidencias, y hasta probar que dichos personajes no existen. Por tanto, los personajes han salido de la imaginación de un humano. Sean antiguos héroes o sean los nuevos llamados superhéroes.

Pero ocurre que otros personajes no cuentan con un autor, no hay evidencia de que fueran creados por un humano. Sin embargo, parece que muchos de esos niños, ya hombres, no pueden distinguir entre unos y otros. Han perdido su capacidad de razonar sanamente.

Yo sé que algunos dioses no existen, pero no porque sus historias no cuenten con un autor que reconozca haberlos sacado de su imaginación, sino que lo sé porque solamente hay un Dios. Gracias a la biblia sé que los dioses no son nada, y que solamente hay un Dios, el Padre.

Y cualquiera puede comprobar que los dioses de las naciones han perdido la influencia que han tenido en el mundo, quedando confinados a museos. Sin embargo, el Dios de Abraham sigue demostrando su existencia entre las naciones. Y es contra Él y contra su Ungido que se han de agitar alborotadamente las naciones.

El evangelio, o buena nueva, sigue siendo anunciado. Y lo dicho por los profetas se sigue cumpliendo sin falta.

Dios ha traído sin falta el mal del que habló que ocurriría en los últimos días por medio de sus siervos, los profetas.

Es blasfemado el camino de la verdad a causa de los apóstatas, de los falsos profetas y los falsos maestros.