Asesinatos

Al parecer, los líderes de la secta también pudieron haber cometido asesinatos y torturas antes de la masacre final.

En Kanungu se encontraron numerosas fosas amplias y profundas donde se recuperaron decenas de cuerpos que se cree que fueron arrojados durante varios años.

En la parte posterior de lo que parece un edificio de oficinas en ruinas hay dos fosas más que se dice que fueron cámaras de tortura.

Todavía no está claro qué convirtió a los miembros ordinarios de la sociedad en líderes de una secta masacró a sus fieles .

Los orígenes

Antes de hablar sobre las supuestas apariciones y reunir a cientos de personas en un credo, Kibwetere había sido un hombre exitoso y un miembro regular de la comunidad católica romana.

Topher Shemereza, ahora un funcionario del gobierno local, lo veía como una figura paterna.

"Era un miembro íntegro de la comunidad y un hombre de negocios astuto. Yo no tenía trabajo cuando terminé la universidad, así que me ofreció transportar alcohol ilegal que vendíamos en los distritos vecinos", explica.

Unos años después, Kibwetere informó a su protegido de que ya no vendería más alcohol.

El hombre mayor y los que serían sus compañeros como líderes de la secta pasaron dos semanas en una casa hasta la noche en que partieron hacia Kanungu, donde establecerían la sede del Movimiento.

"Esa fue la última vez que lo vi. El hombre que conocí no era un asesino. Algo debió haber cambiado en él", dice.

Después de la fundación del Movimiento, las noticias sobre Kibwetere y su religión se extendieron por el suroeste de Uganda y más allá.

La comunidad no estaba aislada del resto de la sociedad y varias personas en puestos de autoridad, incluidos policías y funcionarios del gobierno local, estaban al tanto de sus actividades. Pero se tomaron pocas medidas contra la secta antes de la tragedia.

Aunque la Interpol emitió avisos para el arresto de seis líderes en abril de 2000, aún no se sabe si alguno de ellos murió en el incendio o si viven escondidos.

Un informe policial de Uganda de 2014 indicó que Kibwetere pudo haber huido del país. Pero otros dudan de que estuviera lo suficientemente bien de salud como para poder escapar.

Sin recuerdos

Los movimientos espirituales que llevan el sello distintivo de la secta Kanungu, donde los devotos creen incuestionablemente que sus pastores pueden resucitar a los muertos o que el agua bendita sanará dolencias, han continuado emergiendo en todo el continente.

Su atractivo es claro, según el profesor Paddy Musana, del Departamento de Religión y Estudios de Paz de la Universidad de Makerere.

"Cuando hay tensión o una necesidad que las instituciones existentes no pueden satisfacer fácilmente, como las religiones tradicionales o el gobierno, y alguien emerge y afirma tener una solución, miles se les unirán", dice a la BBC.

"El culto Kanungu señaló los males de la época y predicó una renovación o un nuevo compromiso con la fe".

Musana agrega que no es necesario mirar demasiado lejos para encontrar un hilo similar en los mensajes de los autoproclamados profetas de hoy.

"La 'industria de Jesús' se ha convertido en una empresa de inversión. Los predicadores de hoy hablan sobre la salud y el bienestar debido a las numerosas enfermedades y a un sistema de salud pública que apenas funciona", dice el académico.

Dos décadas después, la parcela en Kanungu se utiliza ahora como una plantación de té, pero el empresario local Benon Byaruhanga dice que tiene planes de convertir parte de ella en un monumento.

Hasta ahora, los muertos en Kanungu nunca han sido recordados oficialmente. Los que perdieron miembros de su familia nunca obtuvieron respuestas.

"Oramos por nuestra gente por nuestra cuenta. Soportamos nuestro dolor en silencio", dice Ariho al reflexionar sobre la muerte de su madre y sus hermanos.