Jesucristo dijo: "MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIOS"...

"Si hubierais comprendido qué quiere decir: "Misericordia quiero, y no sacrificios", no condenaríais a los inocentes" (Mateo 12:7)

Una cosa es que Jesucristo dejara que le hicieran todo aquello que le hicieron los que le mataron, y otra cosa es decir que Jesucristo se sacrificó a sí mismo e hizo un sacrificio, pues los sacrificios no son del agrado de Dios, y no son la voluntad de Dios, y Jesucristo hizo la voluntad de Dios.

Jesucristo dejó que le crucificaron los judíos pero Jesucristo no quería aquel sacrificio, pues sudó gotas de sangre cuando vio que le iban a crucificar. Entonces, ¿por qué dejó que le crucificaran?...

Jesucristo se dejó crucificar para que se descubra que aquellos que imponen penas de muerte (sacrificios humanos), en muchas ocasiones matan a muchos inocentes. Y éste es el misterio de la muerte de Jesucristo. Y para que estas atrocidades no se volvieran a cometer, Jesucristo dio el mandamiento para todo el mundo que así dice: "NO MATARÁS". Y es que las penas de muerte son horrorosas ante los ojos de Dios, igual que fue horroroso todo el daño que le hicieron a Jesucristo cuando le crucificaron.

Son muchas las naciones que han quitado las penas de muerte. Y es que los hombres de buena voluntad de estas naciones comprendieron que se mataban a muchos inocentes, y que también cuando se mata a los culpables se les hacía mucho daño y con ello se faltaba a la misericordia y al perdón. Y es que la misericordia y el perdón es lo que Jesucristo quiere...

Jesucristo dejó que le hicieran todo el daño que le hicieron para dar una enseñanza de paz, de misericordia y de perdón, y para que sus hijos comprendamos que Dios no quiere la venganza ni que se haga daño ni que se mate a las personas.

Por eso Jesucristo nos enseñó los verdaderos mandamientos de Dios y abolió del Viejo Testamento todos los mandatos que ordenaban a los hombres hacer ojo por ojo, e imponer penas de muerte, guerras, genocidios, esclavitud y sacrificios.

Todos esos mandatos del Viejo Testamento que faltaban a la misericordia fueron abolidos por Jesucristo porque no eran de Dios sino mandatos de hombres. La Ley de Dios enseñada por Jesucristo así dice:

"todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque ésta es la ley y los profetas". (Mateo 7:12)