Hasta donde sabemos, la vida solo viene de la vida. Hasta donde sabemos, los organismos se reproducen según su género, y ninguna variación sobrepasa el género familiar. Estos son hechos observados y también han sido confirmados por los experimentos. No se ha observado la generación espontánea de la vida; tampoco se ha logrado que ésta ocurra en los experimentos. No se ha observado que un género se haya transformado en otro género; tampoco se puede lograr esto en los experimentos.
La evolución no puede verificarse por el método científico. Ni siquiera con la intervención de la inteligencia humana puede crearse la vida o hacer que ésta cambie de un género a otro diferente.

Se han hallado muchos fósiles dentro de los géneros familiares, pero ninguno de ellos muestra los millones de cambios que habrían tenido que ocurrir para convertir un género en otro. Lo único que sostiene la creencia del evolucionista en la generación espontánea de la vida es la fe. También se requiere: fe en fósiles que él nunca ha encontrado y fe en mutaciones que él nunca ha visto.
La evolución es una filosofía, pero se disfraza de ciencia. Pone fe en la casualidad como creador de los millones de diseños complicados envueltos en las cosas vivas, todos los cuales manifiestan propósito.
Nos hace recordar a ciertos individuos de tiempo antiguo que rechazaron a Jehová y llegaron a ser los que arreglan una mesa para el dios de la Buena Suerte y los que llenan vino mezclado para el dios del Destino,Isaías. 65:11.
¡Cuánta credulidad se observa en las antorchas de este mundo!