Cita Iniciado por Wigberto Ver Mensaje
Oración a Dios, el Padre. Un Testimonio cristiano

Doy testimonio de que fui sanado inmediatamente después de haber hecho una oración a Dios. Dios me quitó un fuerte dolor que me aquejaba.

Yo no fui sanado un tiempo después o unos días después de haber orado, ni tampoco luego de haber hecho múltiples oraciones -una tras de otra-, repitiendo una y otra vez las mismas cosas. Fue una sola oración al Padre.

Mi oración a Dios fue breve, pero tuve fe cuando oré de que Dios haría algo con respecto a mi situación.

El acontecimiento que les describo ocurrió hace poco más de dos años, luego de que me sucedieran cosas en extremo fuera de lo normal -pudiéndose hablar de paranormal-, malas, pero de las que no tengo interés de contar.

¿Quién es Dios, a quién le oré?

Como mencioné anteriormente, mi oración fue dirigida al Padre. Al Dios de Abraham, Yisaac, y Yiacob. Padre de nuestro Señor Yiesou (del nombre Iesou que se encuentra en los textos griegos que contienen la buena nueva -o evangelio, palabra que proviene del griego-).

Aquél que según los santos escritos se manifestó a Moshé hablándole desde una zarza que ardía por medio de un Heraldo o Mensajero (o ángel que proviene del griego), cuando lo Yisraelitas clamaron por la dura servidumbre en la que estaban en el horno de hierro, Agipto.

El Dios que envió a su hijo para que todo aquél que crea no se pierda, sino que tenga vida eterna.


Relato de lo ocurrido

Hace unos dos años y unos meses más, si no calculo mal, me ocurrieron cosas de las que no tengo explicación. No pudiera asegurar si fueron producto de una extraña tecnología o ciencia oculta, lo que le llaman magia, o algo similar.

Lo que puedo decir es que no fue simplemente producto de mi mente e, incluso, me parece que muchas personas saben de lo ocurrido (y no hablo solo de vecinos y familiares, sino que diversas personas alrededor del mundo).

Es posible que otras personas les ocurriera, aunque no lo sé.

Sin embargo, debido a cómo me dejó la situación aquella, ocurrida hace como dos años y algo más, fui llevado a un psiquiatra por mis padres. El psiquiatra me preguntó sobre lo que me ocurría, y cuando le dije algo parecido a lo que he escrito en las primeras líneas de mi relato, decidió medicarme para la esquizofrenia (me recetó un medicamento para ello).

Tengo 33 años ahora, y nunca antes había ido a un especialista en salud mental ni tampoco me habían sugerido ir a uno. Tenía unos 30 cuando aquello ocurrió. Aunque en el colegio sí me vieron psicólogos (no recuerdo cuántos), pero como a todos los demás estudiantes, era como parte de un servicio a la comunidad o algo así, no porque tuviera un problema mental como la esquizofrenia, que, de hecho, no me diagnosticaron en aquel entonces.

Luego, otro psiquiatra me quitó aquel medicamento y me recetó uno para la ansiedad.

También tuve problemas para dormir.

Pero la historia no es esa, sino algo que ocurrió por aquel entonces, sin embargo consideraba que era útil para darle forma a mi historia.

Sucedió una noche, estaba acostado, cuando un fuerte dolor comenzó a invadir mi vientre (no sé si los intestinos o el estómago, o no sé). Era un dolor muy fuerte, así que avisé a mi familia y fui llevado a urgencias médicas de una clínica.

El primer médico que me atendió, una doctora, no dio con lo que era, pero al ir transcurriendo la noche el dolor mermo. Aún así, la cosa no terminó ahí.

La noche siguiente estaba de nuevo en el médico, el motivo era el mismo.

La situación no cambió en las siguientes noches. Pasaba varias horas en urgencias.

Después me vio un doctor especialista en medicina interna el cuál me mandó a hospitalizar y a realizar varios exámenes.

Debido a la situación prácticamente no comía, pues parecía que al comer se agravaba mi problema, por eso no tenía ánimo de comer, y también vomitaba. Así que también tenían que ponerme venoclisis ya que me veían deshidratado.

Los resultados de los exámenes no arrojaron nada. Hasta que dos especialistas me vieron, y recuerdo que el gastroenterólogo me indico que tenía una pequeña o leve gastritis crónica. No habiendo más explicación a mi caso médico, supongo que asumieron que esa era la causa de mi dolor.

Pero, la gastritis la diagnosticaron como crónica, sin embargo a mi aquel dolor nunca más me ha vuelto a dar, sin tener que tomar medicamentos ni ningún tratamiento o cuidado médico.

Además, era un dolor muy fuerte que, pienso, no es el de una leve gastritis.

La cuestión es que cuando me dieron salida de la clínica (pues en un hospital público tal vez no me habrían dado salida tan rápido) el dolor regresó. Así que decidí orar.


¿Cómo fue aquella oración?

Oré brevemente, así que considero que no fue tanto lo elaborado de la oración como la fe lo que Dios vio y por eso me sanó.

Tuve sanidad en el acto, no tuve que esperar varios días, ni siquiera horas. Fue de inmediato. El dolor no volvió, y ya van más de dos años desde aquella oración.

Me dirigí en oración al Padre de nuestro Señor el ungido (del hebreo mesiaj y griego cristou).

Había pasado muchos días sin orar porque yo había hecho cosas malas, y llegué a considerar que Dios no me perdonaría por aquello (por esas cosas malas o pecados es que a uno le pasan cosas malas). Pero Dios escuchó mi oración, tuvo misericordia y me sanó.

Pero, aunque parezca locura, después de aquello seguí practicando el pecado, sin embargo esa es otra historia que si Dios quiere podré contar después...


Mi testimonio

El Dios de las escrituras (tanaj en hebreo actual) es el Dios verdadero, y su hijo Yiesou es el verdadero Ungido de Yisrael el cuál fue anunciado por todos los profetas, incluyendo a Moshé.

Él es el Dios del cielo, quien tiene dominio sobre todos los gobiernos, su poder es infinito y su sabiduría no tiene fin. Su misericordia y su temor duran para siempre. Ante él las naciones son nada y comparadas con él son menos que nada, son solo míseros mortales.

Su mano creó todas las cosas y por él todas las cosas existen. Es misericordioso con los que le aman y con los que le temen (lo respetan), pero castiga al malo por su maldad, a los que lo odian. Al humilde lo exalta, pero a los ricos los envía con las manos vacías.

Su verdad es hasta los cielos, por encima de los cielos su gloria.


Termino mi redacción con saludos y bendiciones a mis hermanos, a los que dudan y a los incrédulos. Quiera Dios que este artículo que escribí y éste tema que abrí sean benéficos para quien los lea.

Amen y Amen.

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