Cuando Pablo llegó Atenas en el Areópago hizo una cuidadosa exposición de hechos contundentes, desarrollando un argumento lógico, persuasivo y convincente. No pudo terminar su discurso, porque al oír de una resurrección de muertos, algunos burlones comenzaron a mofarse. Sin embargo, para cuando surgió esta interrupción, el apóstol había logrado dividir a su auditorio en tres opiniones. Aunque unos se mofaban y otros decían que escucharían más adelante, algunos se hicieron creyentes, entre los cuales también estuvieron Dionisio, juez del tribunal del Areópago, y una mujer de nombre Dámaris, y otros además de ellos. Hch 17:22-34.
En esta ocasión muy poquito habla de Jesús